Venezuela Edicion 178 – [PDF Document]

Miami, Abril 26 a Mayo 3 de 2013

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abril 26 a mayo 3 18 de 2013 ao 2 nro. 12 edicin 178 24 Pginas rif.: J- 31370093-2

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Esta luchaes por la verdad

La una de la tarde, el sol taladraba Brickell, en un elegante patio nos sentamos a comer, fumar y pasarla bien. Un reencuentro con tres dcadas de espera y un triunfo nos convocaban. Nos reuni la ganada incontestable de Capriles y la terrible derrota de Nicols Maduro, quien perdido sigue siendo presidente, en un mientras tanto, cada vez ms difcil de administrar. Lo que se busca es que se sepa la verdad. El triunfo de Unidad Democrtica. Algo que hace apenas un mes era una quimera y que, de la mano de un dirigente, que supo leer el sentir del pue-

blo y demostr su capacidad para saber interpretarlo, de una dirigencia que supo unirse y de un asesor que por ms de 14 aos persigui combatir en elecciones al chavismo, pudo convertirse en realidad, en un triunfo demoledor de la democracia, la verdad, el respeto, la tolerancia y la paz. Perdi la mala dirigencia que sigue es-cudndose en la falsa espiritualidad, perdi la ineficiencia, perdi la mentira. Gan la verdad que siempre termina por imponerse y un slogan sencillo y poderoso. Tambin gan J.J. y sobre todo Venezuela! Que somos todos Todos!

Miami, Abril 26 a Mayo 3 de 2013

El Gran Capitn En la cuerda flojaEditorial

Nicols Maduro, jura-mentado el pasado vier-nes 19 de abril como Presidente Constitucional de la Repblica Bolivariana de Vene-

zuela, en medio de una protesta cvica que ha involucrado ya no slo a la mitad del pas que vot por el candidato de la unidad democr-tica, Henrique Capriles Radonski, sino hasta venezolanos que sufragaron por el abanderado oficialista, pero que expresan su disgusto por todos los hechos ilcitos que puso en marcha el rgimen para favorecer esa candidatura, pa-reciera ser que no ha alcanzado a evaluar la gravsima situacin que enfrenta su eventual gobierno.Ya tuvo un muy mal comienzo cuando la me-

dianoche del domingo, luego de ser anunciado su cuestionado triunfo por las autoridades del Consejo Nacional Electoral, acept la revisin de los resultados mediante una auditora total del proceso, voto a voto, incluidos los cuader-nos de votacin y las actas de escrutinio, pro-puesta esa misma noche por el rector Vicente Daz y el candidato Capriles Radonski, para despus hacerse el loco y recibir la proclama-cin del organismo comicial en un tiempo re-cord de menos de 24 horas, cuando an no se saba el resultado definitivo.Faltar a la palabra empeada por parte del

seor Maduro, condujo a la solicitud del lder de la oposicin, Capriles Radonski, de protes-tar con un soberbio cacerolazo la noche de ese lunes 14-A que retumb por los cuatro lados de la repblica, y los venezolanos han conti-nuado practicndolos, sin cesar, durante todos estos das, al lado de manifestaciones pacfi-cas, convocadas hacia las sedes regionales del CNE en solicitud del reconteo de votos, que fueron infiltradas por las bandas armadas del rgimen para acusar a la oposicin de los des-manes y crmenes que esos grupos vandlicos ocasionaron.Hoy, como nunca en nuestra democracia, los

venezolanos nos encontramos en una situa-cin extremadamente delicada, en donde las instituciones se encuentran cuestionadas, bien

por ausencia de legitimidad o por encontrarse al frente de ellas, personeros terriblemente in-capaces o parcializadas por su afiliacin a la corriente poltica que sirve de base de susten-tacin al rgimen, lo cual desdice del equili-brio que debe mantenerse en los poderes del estado en resguardo de la institucionalidad.Torpeza, ignorancia e improbidad se mezclan

entre las distintas autoridades a las cuales les corresponden, legtimos o no y mientras tanto, dirigir los destinos de nuestro pueblo.Maduro ha amenazado con radicalizarse me-

diante un lenguaje ambiguo que habla de paz, de concordia, pero al mismo tiempo ofende, descalifica, agrede a los representantes de la oposicin e incluso a ms de la mitad del pas que no vot por l y para la cual pidi, en cam-paa electoral, que les cayera la maldicin de Maracapana, imprecacin lanzada en el esta-do de Amazonas, ante los miembros de las et-nias que mayoritariamente habitan esa regin venezolana y que no supieron de qu hablaba quien les estaba solicitando el voto.Nadie sabe qu significa para este seor, la

palabra radicalizacin, pero suponemos que se trata de atacar ms an a las empresas pri-vadas, nacionales y extranjeras, (recordemos las amenazas contra los espaoles), expropia-ciones, toma de la banca por la fuerza y con-fiscaciones de los dineros de los venezolanos, y tantas locuras ms que terminarn acabando con el pas.Maduro desconoce la grave crisis econmi-

ca que los gobiernos de Chvez y el suyo, de apenas cinco meses, ha causado a Venezuela y las consecuencias para los venezolanos, con una escalada inflacionaria calificada como la ms alta del continente y entre las primeras de todo el mundo, con desabastecimiento de productos bsicos, inseguridad, y sin embar-go est dispuesto a caminar sobre una cuerda floja y cualquier mal paso que d no har otra cosa que conducirlo al vaci, arrastrando con l a todo un pueblo que no nos atrevemos a decir cmo reaccionar ante esta locura, pero que nada bueno traer para la nacin.

En Venezuela estamos enfrenta-dos a un problema de cuentas mal hechas, de fraudes num-ricos, coaccin de votantes, indebida intervencin militar en el proceso electoral y violacin flagrante de las normas bsicas de la convivencia civil en el pas. Frente a una opera-cin destinada a falsear los resulta-dos electorales para otorgar el triun-fo a quien no lo obtuvo, es cada vez mayor el nmero de ciudadanos que suman sus voces y voluntades para resistir y para lograr que se conozca la verdad.Es una lucha cuesta arriba, contra

gente acostumbrada a mover todos los resortes del poder en su beneficio, contra un rgimen profundamente co-rrupto y claramente criminal y contra un establecimiento militar permeado por el narcotrfico, que, adems, obe-decen a normas y directivas dictadas desde Cuba, pas que ahora ocupa el lugar de potencia invasora y colonial respecto a nosotros.Las cuentas presentadas por el CNE

despus de las elecciones del 14 A, son muy similares a las que presen-t Gonzalo Fernndez de Crdoba, conocido como el Gran Capitn, al rey Fernando el Catlico, que re-sultaron en exageraciones groseras y grotescas. Por ello, para recurrir a otro espaolismo, debemos decir que las cuentas claras y el chocolate es-peso. El sistema electoral venezo-lano, ponderado por los oficialistas como el ms avanzado del mundo, ha quedado al descubierto como una burda coleccin de corruptelas, vicios y desviaciones cuyo objetivo es el de perpetuar al gobierno, que ha puesto al frente de ese ente comicial a cuatro mujeres que ostentan, como timbre comn, su militancia en el partido oficial.El clamor popular, que trasciende

ampliamente al nmero de votan-

tes opositores, puesto que encuestas realizadas recientemente indican que cerca de 80% de los venezolanos apoyan una revisin y auditora ex-haustiva de los anunciados resultados electorales.No se trata simplemente de verifi-

car nmeros y cotejar mesas, sino de revelar la verdad, porque estamos cansados de 14 aos de mentiras y burlas. No podemos continuar como una especie de secta excluida, intoca-bles cuya presencia apenas si es re-gistrada por las esferas del gobierno para dispensarnos insultos de la ms innoble naturaleza. La dignidad de la repblica y sus instituciones no puede seguir siendo mancillada a capricho por quienes detentan el poder como si se tratara de un mandato hereditario.Por esa razn es impostergable ob-

tener una cuenta real y razonable del ms sagrado de nuestros ejercicios de derecho, que es el de escoger a nuestras autoridades. En la medida en la que tengamos mandatarios cuya autoridad y legitimidad estn en en-tredicho, no podremos funcionar de manera armnica, ni tendremos un piso adecuado para fundar un desa-rrollo econmico y social que nos in-corpore al siglo XXI.Aclarar y verificar los resultados

electorales no es solamente una ne-cesidad de la oposicin, sino una condicin indispensable para el esta-blecimiento de un pacto social viable y de una paz social que nos lleve a convivir de manera civilizada. Vene-zuela no resiste por ms tiempo estar dividida en mitades que se descono-cen e insultan, en un estado de guerra declarada, por la cual se cuelan las incansables fuerzas del crimen para continuar matando a nuestra gente,. robando nuestros recursos y generan-do una emigracin que enriquece al resto del mundo y nos hace cada vez ms pobres y desasistidos.

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