obras premiadas en el concurso literario, modificado
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-OBRAS PREMIADAS-
CONCURSO LITERARIO
IES "LA SERNA"
DE FUENLABRADA
CURSO 2012-2013
ACTA DEL
FALLO DEL JURADO DEL CONCURSO LITERARIO
DEL IES "LA SERNA" DE FUENLABRADA
Reunido el viernes 18 de junio de 2013, en sesin extraordinaria, el Jurado del CONCURSO LITERARIO DEL IES "LA SERNA", formado por todos los profesores del Dpto. de Lengua y Literatura del centro, tras la correspondiente deliberacin, acuerda otorgar los siguientes PREMIOS: CATEGORA A (1 y 2 ESO) NARRACIN: PRIMER PREMIO: MARINA FERNNDEZ PLAZA, 2A ESO SEGUNDO PREMIO: NICOLE RAB SERRANO, de 2 B ESO POESA: PRIMER PREMIO: DESIERTO SEGUNDO PREMIO: DESIERTO
CATEGORA B (3 y 4 ESO) NARRACIN: PRIMER PREMIO: DESIERTO SEGUNDO PREMIO: DESIERTO POESA: PRIMER PREMIO: SONIA VIARS, 4 C ESO. SEGUNDO PREMIO: DESIERTO
CATEGORA C (1 y 2 BTO.) NARRACIN: PRIMER PREMIO: CRISTINA ZAZO, 1 A BTO. SEGUNDO PREMIO: ISABEL GONZALO, 1 B BTO. POESA: PRIMER PREMIO: DESIERTO SEGUNDO PREMIO:DESIERTO
ENSAYO:
PRIMER PREMIO: DESIERTO
SEGUNDO PREMIO: DESIERTO
Adems de los premios anteriores, el Jurado acuerda, por
unanimidad, entregar dos accsit en la Categora A (1/2
ESO), modalidad de Narracin, a los siguientes concursantes:
ACCSIT: ANDREA LVAREZ LUCAS, 2 A ESO.
ACCSIT: MARTA TRIGO MURILLO, 2 C ESO.
El Jurado agradece a los 62 concursantes su participacin
en el Concurso. Conforme a las Bases del Concurso, este
fallo del Jurado es inapelable.
En Fuenlabrada, a 18 de junio de 2013.
El presidente del Jurado,
Jos Manuel Asensio Villar
OBRAS PREMIADAS
CATEGORA A (1/2 ESO)
MODALIDAD: NARRACIN
TEMA: HOMBRES PRIMITIVOS
PRIMER PREMIO: MARINA FERNNDEZ PLAZA, 2 A ESO.
VIAJE EN EL TIEMPO
La noche cay sobre el bosque. Ayic, un joven aprendiz, descansaba a los pies de
un rbol con su libro de hechicera entreabierto. Haba sido un da agotador
para el mago y aprovechaba su corto tiempo de descanso para recuperar
energa. Ayic se agit en sueos y despert; estaba impaciente porque su
maestro iba a terminar la leccin con un complejo truco de transporte al pasado.
El joven suspir y volvi a intentar dormirse tras recostarse sobre las races del
rbol y extender los pliegues de la manta con la que se cubra. Ayic no se dio
cuenta de que unos ojos verdes y brillantes lo observaban en la oscuridad.
Un gran frescor sorprendi al joven mago, quien abri los ojos alarmado tras
ese sobresalto. Mir a su alrededor y pudo comprobar que se encontraba en
medio de un ro de aguas cristalinas y que la corriente lo arrastraba con fuerza
hacia una cascada. Unas afiladas rocas se imponan desafiantes en el borde del
ro. Ayic no saba qu haca all, no cmo iba a salvarse.
"Acta rpido, Ayic, pero s prudente", record las palabras de su maestro.
El joven nad hacia una de las verdes orillas, consciente de que el tiempo se le
acababa. Alarg su moreno brazo y cerr los dedos en torno a unos juncos.
Haciendo un esfuerzo sobrenatural, como si cada una de las clulas de su
cuerpo, pesara ms de lo normal, se impuls y rod por la hierba verde, yaz
fuera de peligro. Tosi agua mientras escurra el agua de su tnica. Entonces sus
ojos se posaron en unos arbustos que jurara haber visto moverse. Por instinto,
trat de agarrar su pual, que sola llevar prendido del cinturn, pero no lo
encontr. Opt por agarrar una piedra y acercarse sigilosamente a ver qu se
ocultaba tras el muro de verdes hojas y bayas. De pronto, sali correteando un
animalito que llevaba la boca teida del color de las bayas. Ayic y un impulso le
oblig a lanzar la piedra hacia el animal, que cay muerto al instante. El joven
mago se arrepinti muchsimo, ya que los hechiceros tenan prohibido matar
animales.
Empez a anochecer y la temperatura baj notablemente, mientras Ayic, con su
presa bajo el brazo, buscaba un lugar donde refugiarse. Ni l mismo saba cmo
haba sido capaz de quebrantar la norma que prohbe a los magos cazar, pero
por razones que desconoca su magia no funcionaba all y necesitaba
alimentarse.
Tras una hora caminando bajo la Luna, Ayic hall una cavidad en una roca y
decidi pasar la noche en ella. Entr a tientas. Palpaba los salientes de la piedra,
mientras buscaba un lugar donde acurrucarse. La vestimenta se le haba pegado
al cuerpo por el chapuzn en el ro y ahora estaba congelada. Ayic decidi cortar
sus ropas. Se quit la camiseta con cuidado y la dej apartada junto a su tnica.
Seguidamente se desprendi de sus pantalones y los cort con los dientes a la
altura de la rodilla. Sacudi la ropa para que se secara y despus qued dormido
sobre la superficie rocosa.
Los rayos del sol del amanecer penetraron en la cueva. Ayic se incorpor
lentamente, con dolor de garganta. Un olor desagradable inund la estancia:
pareca venir del interior de la cueva. el mago estaba desconcertado, no saba
qu hacer y las preguntas inundaron su cabeza. De pronto, un enorme felino
emergi de la oscuridad y atac a Ayic por la espalda. Ambos rodaron por el
suelo. Entre rugidos, zarpazos y gritos, Ayic se debata entre la vida y la muerte.
El enorme gato hundi sus garras en el brazo del mago, quien lanz un chillido
de dolor. Entonces el joven entr en accin. Apart a la bestia de encima de l
con los pies, mientras se esforzaba por rfodar hacia su derecha.
"Voy a morir", pens.
Finalmente se dio por vencido. Y cuando el felino de pelaje rojizo abri las
fauces para engullirle, una bola mgica lo envolvi. La bestia choc fuertemente
contra el escudo, y Ayic, desconcertado, se gir para ver quin le prestaba
ayuda. Vio a un hombre envuelto en una tnica negra que sali de all corriendo
tras fijar sus ojos verdes en el joven. Ayic corri tambin, mientras el animal
chocaba contra el escudo mgico. Escap durante mucho tiempo, ignorando el
dolor y el hambre. Por fin, al ver que estaba a salvo, se tir al suelo, derrotado.
Pero algo en su interior le obligaba a ponerse de pie y salvarse. Decidi que no
poda abandonarse a s mismo y se puso a recolectar plantas curativas, mientras
ejerca presin en su herida del brazo. Estaba muy dbil, pero aun as deba
continuar. Cuando reuni todas las plantas -rojas, verdes, marrones- decidi
masticarlas hasta hacer unas pasta y aplicrsela en la herida. Gimi con el
contacto del blsamo y la piel. Entonces cerr los ojos, recordando la verdosa
mirada del...maestro.
Ayic despert a la sombra de un rbol con el libro de hechicera entreabierto
sobre sus piernas. Dedujo al instante que aquella horrible vivencia haba sido un
sueo. Un hombre envuelto en una tnica negra se acerc a l.
-Has superado la prueba- dijo el desconocido.
-Qu prueba? -se extra Ayic.
El hombre se quit la capucha y dej al descubierto su rostro envejecido, junto
con su verdosa mirada.
-Maestro! -exclam el joven.
-As es - le extendi una bolsa de piel- aqu tienes tu recompensa por haber
superado con xito la leccin nmero ocho de la Torre de Alta Hechicera.
-Fue mi sueo una prueba?
-La prueba fue transportarte al pasado y sobrevivir como los hombres de esa
poca, los primitivos.
Los ojos verdes del maestro brillaron.
CATEGORA A (1/2 ESO)
MODALIDAD: NARRACIN
TEMA: HOMBRES PRIMITIVOS
SEGUNDO PREMIO: NICOLE RAB SERRANO, 2 B ESO.
ELLA Y YO
Cuando abr los ojos me encontr perdido, solo, un tanto mareado y en medio
de un bosque. Mi corazn empez a latir fuerte, rpidamente y cerr los ojos
una y otra vez, como intentando que ante ellos apareciera mi habitacin y no el
extrao bosque que se haba colado en mis sueos.
Era algo rematadamente extrao, con un toque de fantasa, porque un bosque
siempre es algo misterioso. Comenc a or ruidos, pasos lejanos pero
perceptibles. Esta vez mi corazn lati mucho ms fuertemente que antes y,
como si fuera un acto reflej, comenc a correr.
Cuando dej de or ruidos procedentes de un origen desconocido, me par,
exhausto, agachado, sin entender nada.
Fue uno de esos momentos en los que, dentro de la confusin, se esconde una
tremenda soledad, en mi caso en medio de un monte.
Alc la vista y mis ojos se toparon con una especie de casa de paja, o tal vez de
arcilla, y con una nia que corra hacia m. Era pequea, vesta como los "homo
sapiens" de mi libro de Sociales y pareca un poco asustada.
Me tranquilic pensando que, por una remota posibilidad, poda ser ella la
razn de los ruidos, y llegu a la vergonzosa conclusin de que en ese caso haba
estado huyendo de una nia pequea.
Cuando sal de mis pensamientos, me di cuenta de que la nia me segua
mirando fijamente con sus grandes ojos marrones. Se aproxim ms a m y me
cogi la mano. Pese a parecer asustada, demostr ser ms valiente que yo.
Ese encuentro fue un gran acontecimiento. A pesar de que no entenda nada,
disfrut como un nio, de hecho yo tambin era un nio. Era fascinante
escuchar las historias de esa nia. Es cierto que al principio se mostr algo seca
y no muy cercana, al fin y al cabo era una desconocida. Pero cuando
comenzamos a hablar nos uni un vnculo extrao, que me hizo sentir menos
solo y perdido, aunque todava muy confuso. Acaso era todo un sueo? O
simplemente me haba vuelto loco?
La volv a m