Enredados en El Enjambre III

  • Enredados en el enjambrede Byung-Chul Han (III)Hablan los alumnos y comenta elprofesorpor Juan Pablo SerraNos relacionamos con el exterior mediante el conocimiento, pero nosvinculamos mediante la afectividad y la libertad-voluntad, se puede leer enun conocido manual de Antropologa personalista. Comenzar el anlisis deun libro desde su recepcin afectiva supone tener informacin de primerasobre si la obra en cuestin interesa o no. La afectividadleemos en elmismo manualdetermina en buena medida lo que nos interesa o no nosinteresa, lo que aceptamos o rechazamos, lo que consideramos nuestro y loque queda fuera del centro de nuestros intereses (Juan Manuel Burgos,Antropologa: una gua para la existencia, Palabra, Madrid, 2003, 131).Los sentimientos son tan confusos como complejos, pero tienen lavirtualidad de introducirnos en un tipo de relacin distinta con el mundo,que no pasa por la rigidez de la lgica. Si fuera as, no se entendera cmo nipor qu un alumno tecnlo puede interesarse por un libro crtico con latecnologa digital: no sera lgico. Pero el mundo de los sentimientos,dice Julin Maras (La educacin sentimental, Alianza, Madrid, 1993, 25), es el en que se vive, un lugar que puede ser ms o menos tupido, mso menos renado. Por eso, trabajar desde los sentimientos nos dice muchoacerca de la madurez biogrca y situacin existencial de losalumnos/lectores y, con ello, nos proporciona una pauta inmejorable paramodular o adaptar el tono del discurso cuando se trata de analizar un texto,algo esencial en una tutora.Ahora bien, una cosa es partir de las emociones y de la respuesta afectiva delos alumnos ante la lectura de un textopor decirlo de alguna maneraanti-tecnolgico y otra muy distinta es pensarcomo muchos jvenes (y
  • no tan jvenes) sostienenque slo importan los sentimientos. Lasemociones son respuesta a algo que est fuera de ellas (en este caso, elpropio texto de Han). Sin olvidarlo ni marginarlo, se puede trascender laesfera sentimental e ntima hacia la fuente que origina esos sentimientos?Se trata de un ejercicio delicado, que no se puede llevar a cabo slo conrazonamientos, pues, como ha visto con mucha agudeza Prez Ransanz, lasemociones nos indican lo importante y contribuyen a establecer losobjetivos y los lmites de toda deliberacin. Pero es que, adems,sentimientos epistmicos como la duda, la conviccin, la curiosidad o elasombro operan como motores de la investigacin, en tanto fracturannuestras suposiciones, suscitan preguntas y obligan a buscar respuestas.Por este motivo, creo que uncamino muy fecundo paraalcanzar una relativatrascendencia respecto denuestra esfera sentimental pasapor el trabajo de la imaginacin,el centro de la vida moral, comoya vieron los medievales , y ellugar donde no slo se venposibilidades y se espesan las cosas sino tambin donde se pueden generarnuevos hbitos de conducta y pensamiento, si el principio activo (aquello quelos causa) tuviese gran intensidad, parafraseando libremente a Toms deAquino (S. Th., I-II, q51, a3). Un modo de hacer trabajar la imaginacin, queadelant en la segunda parte de este artculo, es mediante los ejemplos ycontraejemplos, de cualquier tipo: noticias, escenas de pelculas, pasajes denovelas y cmics, experiencias personales, juegos Si el alumno se toma enserio esos ejemplos, se puede dar esa fractura de las creencias previas a la quealuda Prez Ransanz en su artculo. El riesgo, de sobra conocido porcualquier docente, es que el alumno no salga de ah, del ejemplo, pues elparticular concreto tiene un inmenso valor cognitivo, pero la pretensincientca originaly tambin la vocacin universitaria, que recoge laaspiracin humana a saberes ms atrevida: quiere ir de lo particularconocido a la formulacin de explicaciones generales que ayuden a conocermejor aquello que creamos que ya conocamos sobradamente.
  • Una manera muy efectiva de probar que no conocemos del todo las cosasque decimos conocer es ejercitar la observacin atenta. Me gusta muchousar en clase un fragmento de El palacio de la Luna, de Paul Auster, en queun ciego pide a su ayudante que le describa los objetos que seala con elbastn cuando pasean por la calle y estalla en clera cuando este es incapazde hacer una descripcin precisa de lo que ve.Me di cuentadir el ayudante de que nunca haba adquirido el hbito demirar las cosas con atencin, y ahora que me pedan que lo hiciera, los resultadoseran muy decientes. Hasta entonces, yo haba tenido tendencia a generalizar, aver las semejanzas ms que las diferencias entre las cosas. [] [Pero] el esfuerzode describir las cosas con exactitud era precisamente la clase de disciplina quepoda ensearme lo que ms deseaba aprender: humildad, paciencia y rigor. Enlugar de hacerlo simplemente para cumplir con una obligacin, empec aconsiderarlo como un ejercicio espiritual, un mtodo para acostumbrarme amirar el mundo como si lo descubriera por primera vez.La observacin atenta, en efecto, pide humildad para admitir que el objetoest ms all de mis ideas hechas, paciencia para volver una y otra vez sobreel objeto y rigor en el uso del lenguaje con el que lo expresamos. Se trata, endenitiva, de no dar nada por sentado y de aprender algo tan elementalcomo que, en el mundo, hay relieves y matices y que no-todo-es-lo-mismo.Sabiendo, eso s, que la humildad, la paciencia y el rigor son hbitos queaunque, de entrada, no asociamos con sentimientos alegresnosposibilitan una mejor comprensin de las cosas que nos importan y,
  • tambin, un mejor gobierno y entendimiento de nuestras propiasemociones.Pues bien, a continuacinquerra mostrar lo queobservamos y discutimos en unanlisis ms detenido de lasocho primeras entradas de En elenjambre. Acompao elcomentario de cada entrada conuna imagen de alguno de losejemplos de emplea Han pues,de hecho, En el enjambre enteropodra contarse con unas veinteimgenes, una explicacin ms(si bien algo simplista) delenorme xito que ha cosechadoeste autor, que no slo resultaactual en su forma mentis sinotambin en su forma de escribir.3. Comentar algn aspecto delas primeras ocho entradas.a. Por qu, en la primera entrada,Han arma que la comunicacindigital es una comunicacin sinrespeto?Los alumnos no tienen dicultaden contestar esta pregunta, pueslo ven a diario en loscomentarios de los usuarios (enperidicos, en blogs, en tiendasonline, en redes sociales). As,dicen, la comunicacin digital essin respeto por la virulencia yprocacidad que abunda eninternet, cosa que Han explica alescribir que la comunicacin digital hace posible un transporte inmediatodel afecto y, en ese aspecto, el medio digital es un medio del afecto (p. 16).Han juega con el ejemplo de las shitstorms o linchamientos digitales, queson irrespetuosos no slo por su tono fervoroso sino por su anonimato, enLa repercusin de la obra de Han seadvierte no slo en el nmero de edicionesde cada libro suyo sino, ms an, en lastraducciones a otras lenguas (La sociedaddel cansancio, por ejemplo, pronto estardisponible hasta en quince idiomasdistintos). Muchos de los temas que Hanaborda en En el enjambre los habadesarrollado en respuesta a la obra TheFilter Bubble: What the Internet IsHiding from You (2011), de Eli Pariser,en un librito anterior tituladoRacionalidad digital: el n de la accincomunicativa, recientemente traducido alitaliano en formato ebook.
  • tanto el medio digital separa elmensaje del mensajero y lodesnominaliza.Pero Han va ms all. Lacomunicacin digital es sinrespeto porque es unacomunicacin sin distancias nireservas, sin secreto, que olvidaque es precisamente la tcnicadel aislamiento y de laseparacin, como en el dyton, laque genera veneracin yadmiracin (p. 14).El respeto, por ltimo, se basaen una relacin simtrica dereconocimiento. Por eso,concluye Han esta primeraentrada, all donde sedescompone el poder poltico yse debilita la autoridad personal,es normal que prolifere lashitstorm, la comunicacinruidosa y sin respeto y, sin embargo, todo en estaprimera entrada del libro suenatan lgico que a uno le entra laduda de si no es slo eso, lgico.Es cierto que, hoy en da, el poltico carece del aura que antao infundarespeto y que tampoco puede hacer un uso del poder que engendrara unsilencio absoluto y eliminara todo ruido. Algo parecido ha sucedido con lasguras de autoridad tradicionales (maestros, polticos, periodistas,intelectuales, jueces, policas, mdicos, cientcos y padres), que ya nodeterminan una relacin asimtrica con el otro, salvo por la fuerza.Tambin es cierto que este barulloen donde se mezclan sin distincinopiniones, insultos, argumentos, descalicaciones, elogios, crticasdesmedidas y declaraciones ocialeses algo que preocupa a muchosespecialistas en comunicacin, uno de cuyos empeos ms activos hoy enda consiste, justamente, en detectar datos relevantesgustos,preferencias, estados de opinin
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