Howard Robert E – El Fenix en La Espada

El fnix en la espada

Robert E. Howard

Despus de tomar por asalto la capital y asesinar al reyNumedides a los pies del trono del que se adue a continuacin,Conan, que tiene y a ms de cuarenta aos, es el rey de la nacin msgrande de Hiboria. Su vida de rey, sin embargo, no es un lecho derosas. An no ha pasado un ao y el juglar Rinaldo entona yainsolentes baladas alabando al mrtir Numedides. El conde de Thune,Ascalante, ha reunido a un grupo de conspiradores para derrocar albrbaro. Conan comprueba que la gente tiene mala memoria, y que ltambin sufre el desasosiego que conlleva la corona.

Captulo 1

Por encima de los sombros chapiteles y de las relucientes torresse extenda la oscuridad y el silencio previo al amanecer. En unaoscura callejuela, en un complicado laberinto de tortuosos caminos,cuatro figuras enmascaradas salieron apresuradamente por una puertaque ha abierto furtivamente una mano morena. Salieron a toda prisaa la noche cubiertos con sus capas y desapareciendo con sigilo comosi hubieran sido fantasmas. Detrs de ellos, un rostro de expresinburlona se dejaba ver en la puerta entreabierta, y unos ojosdiablicos brillaban con malevolencia en la oscuridad. Entrad en lanoche, criaturas de la oscuridad dijo una voz burlona. Oh,estpidos, la muerte os persigue como un perro ciego, y ni siquieralo sospechis. El que haba pronunciado aquellas palabras cerr lapuerta con cerrojo, y luego se dirigi hacia el pasillo, llevandouna vela en la mano. Era un gigante sombro; su piel oscura revelabasu origen estigio. Entr en una habitacin interior, donde un hombrealto y enjuto, vestido con un traje de terciopelo, se arrellanabacomo un gato enorme y holgazn en un sof de seda, y beba vino de unaenorme copa de oro. Bien, Ascalante dijo el estigio, al tiempo quedejaba en su sitio la vela, tus rufianes han salido sigilosamente ala calle como ratas de sus ratoneras. Te vales de extraasherramientas. Herramientas? repuso Ascalante. Cmo? Eso es lo queellos me consideran a m. Durante meses, desde que los cuatroconspiradores me hicieron venir del desierto del sur, he vividoentre mis enemigos, ocultndome durante el da en esta oscura casa yacechando en siniestros pasadizos cada noche. Y he conseguido loque los nobles rebeldes no pudieron lograr. A travs de ellos y deotros agentes que jams me han visto, he llenado el imperio demalestar y de sedicin. En suma, trabajando en la sombra hepreparado el terreno para la cada del rey que reina en la luz. PorMitra, fui estadista antes de ser un proscrito. Y esos embaucadoresque se creen tus maestros? Seguirn creyendo que les obedezco hastaque logremos nuestro objetivo. Quines son ellos para igualar eltalento de Ascalante? Volmana, el conde enano de Karaban. Gromel,el caudillo gigante de la Legin Negra. Dion, el obeso barn deAttlus. Rinaldo, el atolondrado juglar. Yo soy la fuerza que haamalgamado el acero de cada uno de ellos, y les aplastar cuandollegue el momento. Pero eso forma parte del futuro, y el rey, encambio, morir esta misma noche.

Hace algunos das vi salir de la ciudad a los escuadronesimperiales dijo el estigio. Cabalgaban hacia la frontera invadidapor los pictos, que se han vuelto locos con el fuerte licor que leshe dado. La enorme riqueza de Dion lo hizo posible. Y Volmana hizoposible que dispusiramos del resto de las tropas imperiales quequedan en la ciudad. Por medio de sus nobles parientes de Nemedia,fue fcil convencer al rey Numa para que requiera la presencia delconde Trocero de Poitain, mariscal de Aquilonia. Y, debido a surango, adems de su propio ejrcito le acompaar una escolta imperial,y, Prspero, el hombre de confianza del rey Conan. Slo queda laguardia personal del rey en la ciudad… adems de la Legin Negra. Atravs de Gromel he corrompido a un oficial derrochador de esaguardia y le he sobornado para que aleje a sus hombres de la puertadel rey a medianoche. Entonces, con diecisis granujas sanguinariosa mis rdenes, nos introduciremos en el palacio por un tnel secreto.Cuando hayamos conseguido nuestro objetivo, aunque el pueblo no sealce para aclamarnos, la Legin Negra de Gromel ser suficiente paracontrolar la ciudad y la corona. Y Dion cree que le vais a dar lacorona a l? S. El muy estpido la reclama por unas gotas de sangrereal que corren por sus venas. Conan comete un grave error al dejarvivos a hombres que presumen de descender de la antigua dinasta ala que l arrebat la corona de Aquilonia. Volmana desea volver agozar de la proteccin de la corona como en el antiguo rgimen, parapoder devolver a su arruinada hacienda su antiguo esplendor. Gromelodia a Palantides, el capitn de los Dragones Negros, y ansia elmando de todo el ejrcito con la tenacidad de un bosonio. De todosellos, el nico que no tiene ambiciones personales es Rinaldo.Considera a Conan un brbaro asesino y tosco que vino del norte parasaquear una tierra civilizada. Idealiza al rey que Conan asesinpara conseguir la corona, recordando nicamente que aqul protega devez en cuando las artes, olvidando las vilezas de su reinado, yhaciendo que la gente tambin olvide. Ya entonan pblicamente elLamento por el rey en el que Rinaldo alaba al infame difunto ydescribe a Conan como «un salvaje de negro corazn procedente delabismo». Conan no hace caso, pero la gente le maldice. Por qu odiaa Conan? Los poetas siempre odian a los que ostentan el poder. Paraellos la perfeccin est siempre del otro lado de la ltima revuelta,o ms all de la siguiente. Huyen del presente con sueos acerca delpasado y del futuro. Rinaldo es una llama de idealismo que l creeque se eleva para destruir al tirano y liberar al pueblo. En cuantoa m… bueno, hace unos meses no tena ms ambicin que asaltar

caravanas durante el resto de mi vida. Ahora, en cambio, losviejos sueos reviven. Conan morir. Dion subir al trono. Despus,tambin l morir. Uno a uno, todos los que se oponen a m morirn porel fuego o el acero, o por medio de esos mortferos vinos que tpreparas tan bien. Ascalante, rey de Aquilonia! No te parece quesuena muy bien? El estigio se encogi de hombros. Hubo un tiempodijo con amargura en que tambin yo tena mis ambiciones, a cuyo ladolas vuestras parecen ridculas e infantiles. Qu bajo he cado! Misviejos amigos y rivales quedaran horrorizados si pudieran ver aToth-Amon el del Anillo, sirviendo de esclavo a un proscrito, yproscribindose l mismo. Envuelto en las mezquinas ambiciones denobles y reyes! T confas en tu magia y en tus ridculas ceremoniasrepuso Ascalante. Yo confo en mi ingenio y en mi espada. El ingenioy la espada no sirven de nada contra los poderes de la Oscuridadgru el estigio, de cuyos negros ojos se desprendan destellosamenazadores. Si yo no hubiera perdido el Anillo, nuestra situacinsera muy diferente. Sin embargo contest impaciente el proscrito,llevas las marcas de mis latigazos en la espalda, y probablementeseguirs llevndolas. No ests tan seguro! El diablico rencor delestigio brill por un instante en sus ojos iracundos. Algn da, dealgn modo, encontrar el Anillo otra vez, y entonces, por loscolmillos de la serpiente Set que me las pagars… El aquilonio selevant enojado y le golpe brutalmente en la boca. Toth retrocedi;la sangre le mojaba los labios. Eres demasiado osado, perro gru elproscrito. Ten cuidado, an soy tu amo y conozco tu terriblesecreto. Deltame si te atreves. Grita por ah que Ascalante est enla ciudad conspirando contra el rey. No lo har murmur el estigio,limpindose la sangre de los labios. No, no te atrevers dijoAscalante con siniestra sonrisa. Porque si muero por tus malasartes o por traicin, un sacerdote ermitao que vive en el desiertodel sur se enterar y romper el sello del manuscrito que le entregu.Y cuando lo haya ledo, mandar un mensaje a Estigia, y un viento selevantar desde el sur, a medianoche. Y dnde te esconders entoncesToth-Amon? El esclavo se estremeci, y su oscuro rostro palideci.Basta! Ascalante cambi el tono repentinamente. Tengo trabajo parati. No me fo de Dion. Le orden que se fuera a su hacienda en elcampo y que permaneciera all hasta que el trabajo de esta nocheestuviera terminado. El gordo estpido jams pudo disimular sunerviosismo ante el rey. Sguele, y si no le alcanzas en el

camino ve hasta su hacienda y qudate con l hasta que mandemosllamarle. No le pierdas de vista. Est ofuscado por el miedo, ypodra acabar desertando… puede incluso revelarle a Conan lo quese trama contra l, con la esperanza de salvar as el pellejo. Vete!El esclavo hizo una reverencia, ocultando el odio que senta, yobedeci. Ascalante volvi a su vino. Sobre las brillantes torres sereflejaba un amanecer rojo como la sangre.

Captulo 2

Cuando era guerrero, hacan sonar los tambores a mi paso. Elpueblo arrojaba polvo dorado delante de las patas de mi caballo.Pero ahora que soy un gran rey, la gente me persigue paraenvenenarme el vino y clavarme un pual en la espalda. El camino delos reyes

La habitacin era amplia y vistosa, con ricos tapices sobre lasparedes, mullidas alfombras sobre el suelo de marfil y un altotecho adornado con tallas de plata. Detrs de un escritorio demarfil incrustado en oro haba un hombre de hombros anchos y pielbronceada, que no pareca estar en consonancia con aquel lujosoaposento. Perteneca ms bien al sol y a los vientos de la montaa.Hasta el ms mnimo movimiento revelaba unos msculos de acero y unamente aguda, as como la coordinacin propia del hombre nacido parael combate. No haba nada pausado ni moderado en sus acciones. Oestaba completamente quieto inmvil como una estatua de bronce o encontinuo movimiento, pero no con las sacudidas espasmdicas de unosnervios en tensin, sino con la rapidez de un felino que nublaba lavista de quien intentara seguir sus movimientos. Sus ropas eran detelas caras pero sencillas. No llevaba anillos ni adornos, y sesujetaba la negra cabellera nicamente con una cinta de telaplateada. Dej la pluma dorada con la que haba estado garabateandoalgo sobre unas tablas cubiertas de cera, apoy la barbilla en lamano y clav sus ojos azules en el hombre que estaba de pie frente al. ste estaba ocupado en sus propios asuntos, arreglando loscordones de su armadura engastada en oro y silbando distrado.Un

comportamiento bastante extrao si tenemos en cuenta que sehallaba delante de un rey. Prspero dijo el hombre de la mesa, estosasuntos de estado me agotan ms que todas las batallas juntas. Esparte del juego, Conan respondi el poitanio de ojos oscuros. Eresrey y debes interpretar tu papel. Ojal pudiera ir contigo a Nemediadijo Conan con envidia. Parece que hace siglos que no monto acaballo… pero Publius dice que hay asuntos en la ciudad querequieren mi presencia. Maldito sea! Cuando destron a la antiguadinasta sigui diciendo con la confianza que exista entre elpoitanio y l, todo fue muy fcil, aunque pareca muy duro entonces.Recordando ahora la poca violenta que vino despus, aquellos das defatigas, intrigas, matanzas y tribulaciones no parecen ms que unsueo. Y so hasta el final, Prspero. Cuando el rey Numedides yacamuerto a mis pies y arranqu la corona de su ensangrentada cabezapara ponerla sobre la ma, sent que haba logrado todos mis sueos. Mehaba preparado para conseguir la corona, no para mantenerla. Enaquellos das lejanos lo nico que quera era una espada afilada y uncamino directo hacia mis enemigos. Ahora, ningn camino es recto ymi espada es intil. Cuando derroqu a Numedides, entonces yo era ellibertador… y ahora escupen a mis espaldas. Han erigido unaestatua de ese canalla en el templo de Mitra y la gente se lamentaante ella, aclamndola como a la efigie sagrada de un monarcasagrado al que un brbaro sanguinario asesin. Cuando, siendomercenario, guiaba a sus ejrcitos a la victoria, a Aquilonia no lepreocupaba que fuera extranjero, pero ahora no me lo perdona. Ahoravan al templo de Mitra para quemar incienso a la memoria deNumedides hombres que fueron mutilados y torturados por susverdugos, hombres cuyos hijos murieron en sus mazmorras, y cuyasesposas e hijas fueron arrastradas a su harn. Los muy olvidadizos yestpidos! Rinaldo tiene la culpa repuso Prspero, haciendo otramuesca en el cinturn del que penda la vaina de su espada. Cantacanciones que vuelven locas a las gentes. Culgalo con su traje debufn de la torre ms alta de la ciudad. Djalo que componga rimaspara los buitres. Conan neg con su cabeza de felino. No, Prspero.No est en mis manos. Un gran poeta es ms grande que cualquier rey.Sus canciones son ms poderosas que mi cetro; casi se me sala elcorazn del pecho cuando cantaba para m. Yo morir y ser olvidado,pero las canciones de Rinaldo vivirn por siempre. No, Prspero siguidiciendo el rey, mientras una sombra de duda oscureca sus ojos, hayalgo oculto, alguna conspiracin de la

que no estamos enterados. Lo presiento, tal como en mi juventudpresenta al tigre oculto entre la hierba. Un malestar latenterecorre todo el reino. Soy como un cazador que se protege cerca desu pequea hoguera en la selva y oye pasos sigilosos en la oscuridady casi puede ver el brillo de unos ojos ardientes. Si tan slopudiera enfrentarme con algo tangible, algo en lo que pudieraclavar la espada! Te lo he dicho, no es casualidad que los pictoshayan atacado las fronteras tan violentamente en estos ltimos das,de modo que los bosonios se han visto obligados a pedir ayuda pararechazar su ataque. Deb haber ido all con mis tropas. Publius temauna confabulacin para atraparte y asesinarte al otro lado de lafrontera replic Prspero, al tiempo que arreglaba la sedosa cubiertade la cota de malla y admiraba su esbelta figura en un espejoplateado. Por eso te recomend permanecer en la ciudad. Estostemores nacen de tus instintos brbaros. Deja que la gente critique!Los mercenarios estn con nosotros, y los Dragones Negros y todoslos rufianes de Poitain confan ciegamente en ti. El nico peligro esque te asesinen, y eso es imposible con los hombres de la guardiaimperial protegindote da y noche. Qu ests haciendo? Un maparespondi Conan, ufano. Los mapas de la corte sealan claramente losterritorios del sur, del este y del oeste, pero en el norte sonconfusos e incompletos. Yo mismo estoy aadiendo las tierras delnorte. Aqu est Cimmeria, donde yo nac. Y… Asgard y VanaheimPrspero ech un vistazo al mapa. Por Mitra, casi haba credo que esospases eran una fantasa. Conan ri a carcajadas, tocando sin quererlas cicatrices de su rostro moreno. Pensaras de otro modo sihubieras pasado tu juventud en las fronteras del norte de Cimmeria!Asgard est situada al norte, y Vanaheim al noroeste de Cimmeria, ysiempre hay guerras a lo largo de las fronteras. Cmo son esoshombres del norte? pregunt Prspero. Altos y rubios, de ojos azules.Adoran al dios Ymir, el gigante de hielo, y cada tribu tiene supropio rey. Son rebeldes y salvajes. Combaten durante el da y bebencerveza y entonan canciones soeces por la noche. Entonces t erescomo ellos se burl Prspero. Te res a carcajadas, bebes bastante ycantas bellas canciones; aunque no conozco ningn otro cimmerio quebeba nada que no sea agua o que ra o entone otra cosa que no seancantos tristes. Puede que sea a causa de la tierra en la que vivencontest el rey. No existe una tierra ms triste… de montaas, debosques sombros, cubierta por cielos casi siempre grises y fuertesvientos recorren sus lbregos valles. No es de extraar que sushombres sean tristes dijo Prspero encogindose de hombros, al tiempoque pensaba en las

alegres y soleadas llanuras y en los azules y tranquilos ros dePoitain, la provincia ms meridional de Aquilonia. No tienenesperanza en esta vida ni en la otra repuso Conan . Sus dioses sonCrom y su oscura estirpe, que reinan sobre un lugar tenebroso detinieblas eternas que es el mundo de los muertos. Mitra! Prefiero alos aesires. Bueno sonri Prspero, los sombros montes de Cimmeriaestn muy lejos de aqu. Y ahora debo irme. Beber a tu salud una copade vino blanco nemedio en la corte de Numa. Muy bien gru el rey,pero besa a las bailarinas de Numa slo en tu propio nombre, novayas a crear complicaciones diplomticas! Su sonora carcajada se oyfuera de la habitacin.

Captulo 3

Bajo las cavernosas pirmides duerme enroscado el gran Set; entrelas sombras de las tumbas se arrastran sigilosos sus oscurosmoradores. Hablo el lenguaje de los profundos abismos que nuncavieron el sol… Envame un siervo para mi odio, oh radiante diosacubierta de escamas!

El sol se pona, y se funda el verde brumoso de la floresta conun fugaz tono dorado. Sus dbiles rayos se reflejaban en la gruesacadena de oro que Dion de Attalus haca girar sin cesar entre susgruesos dedos, sentado en medio del vistoso conjunto de flores yrboles de su jardn. Movi su pesado cuerpo en el asiento de mrmol ymir furtivamente en derredor, como buscando un enemigo al acecho.Estaba sentado dentro de un crculo de rboles de delgado tronco,cuyas ramas entrecruzadas proyectaban una espesa sombra sobre l.Muy cerca se oa una fuente, y otras, ocultas en varias partes deljardn, susurraban una meloda eterna. Slo acompaaba a Dion unaoscura figura instalada en un banco de mrmol, que observaba al barncon ojos sombros. Dion prestaba poca atencin a Toth-Amon. Saba queera un esclavo en el que Ascalante confiaba, pero, al igual quemuchos hombres ricos, ignoraba a los de menor rango social. Notienes por qu estar tan nervioso dijo Toth. El plan no puedefracasar.

Ascalante puede cometer errores igual que cualquiera contestbruscamente Dion, estremecindose ante la sola idea del fracaso. lno repuso el estigio, riendo a carcajadas, de otro modo yo no serasu esclavo, sino su amo. De qu hablas? pregunt Dion malhumorado,poco atento a la conversacin. Toth-Amon se mordi los labios. Apesar del dominio que tena de s mismo, su odio, rabia y vergenzareprimidas estaban a punto de estallar a la primera oportunidad. Nohaba contado con que Dion no le viera como a un ser humano concerebro e inteligencia, sino como a un simple esclavo, y, como tal,una criatura despreciable. Escchame dijo Toth. T sers rey. Pero noconoces a Ascalante. No debes fiarte de l despus de que Conan seaasesinado. Yo puedo ayudarte. Si me proteges cuando llegues alpoder, te ayudar. Escucha, seor. Fui un gran hechicero en el sur.Los hombres consideraban a Toth-Amon igual a Rammon. El reyCtesphon de Estigia me hizo un gran honor rebajando a los otrosbrujos para elevarme a m por encima de ellos. Me odiaban, pero meteman, pues yo controlaba a los seres de otro mundo, que acudan ami llamada y obedecan mis rdenes. Por Set, mis enemigos saban quepodan despertar a medianoche y sentir las garras de un horrorinsondable en la garganta! Practiqu magia negra y terrible con elAnillo de Set, que encontr en una oscura tumba bajo tierra,olvidada ya antes de que el primer hombre saliera arrastrndose delmar. Pero un ladrn me rob el Anillo, y mis poderes desaparecieron.Los brujos quisieron matarme, mas logr huir. Yo viajaba con unacaravana por las tierras de Koth, disfrazado de pastor de camellos,cuando los salteadores de Ascalante nos atacaron. Asesinaron atodos los miembros de la caravana, excepto a m mismo; me salv alrevelarle mi identidad a Ascalante, jurando servirle. Ha sido unaamarga esclavitud! Para tenerme en sus manos, escribi mi historiaen un manuscrito sellado y se lo entreg a un eremita que vive en lafrontera meridional de Koth. No puedo asesinarle mientras duerme,ni entregarle a sus enemigos, pues entonces el ermitao abrira elmanuscrito y lo leera… eso es lo que Ascalante le orden. Y luegohara correr el rumor en Estigia… Toth se estremeci, y una palidezcenicienta tino su piel oscura. Los hombres de Aquilonia no meconocen dijo. Pero si mis enemigos de Estigia supieran mi paradero,medio mundo sera insuficiente para librarme de una muerte que haraestremecerse a una estatua de bronce. Solamente un rey concastillos y ejrcitos de hombres armados podra protegerme. Y algn daencontrar el Anillo… Anillo? Anillo?

Toth haba subestimado el enorme egosmo de aquel hombre. Dion nisiquiera haba escuchado las palabras del esclavo, tan ensimismadocomo estaba en sus propios pensamientos, pero la ltima palabra lesac de su distraccin. Anillo? repiti. Eso me recuerda… mi anillode la buena suerte. Se lo compr a un ladrn shemita que jur habrselorobado a un brujo del sur, y asegur que me traera suerte. Le pagulo suficiente, bien lo sabe Mitra. Por los dioses, ahora necesitosuerte, pues con Volmana y Ascalante mezclndome en sus malditasintrigas… buscar el anillo. Toth dio un salto, la sangre le subia la cabeza, mientras arrojaba llamas por los ojos con la furiapasmosa de un hombre que de pronto comprende la completa estupidezde un imbcil. Dion no le prest atencin. Levantando una tapa secretaen el asiento de mrmol, rebusc entre un montn de adornos de todasclases amuletos brbaros, trozos de hueso, bisuteras, amuletos de labuena suerte que su naturaleza supersticiosa le haba incitado acoleccionar. Ah, aqu est! dijo triunfante mientras sacaba un extraoanillo. Era de un metal parecido al cobre, y tena la forma de unaserpiente enroscada con la cola en la boca. Sus ojos eran unaspiedras amarillas que brillaban siniestramente. Toth-Amon grit comosi lo hubiera golpeado, y Dion se volvi y mir boquiabierto su plidorostro. Los ojos del esclavo ardan, tena la boca completamenteabierta, y las enormes y oscuras manos extendidas como garras. ElAnillo! Por Set! El Anillo! grit. Mi Anillo… el que me robaron…El acero brill en la mano del estigio, y con un movimiento de susanchos y oscuros hombros clav una daga en el grueso cuerpo delbarn. El agudo quejido de Dion devino en gorgoteo, y su fofo cuerpose desplom como mantequilla disuelta. Estpido hasta el final, muriaterrado, sin comprender por qu. Apartando el cadver que yaca en elsuelo, Toth aferr el anillo con las dos manos: de sus oscuros ojosse desprenda una aterradora avidez. Mi Anillo! murmur regocijado.Mi poder! Ni siquiera el propio estigio supo cunto tiempo habapermanecido inclinado sobre el funesto objeto, inmvil como unaestatua, absorbiendo su aura maligna. Cuando despert de su ensueo yalej su mente de los negros abismos en los que haba estado, la lunabrillaba, proyectando largas sombras sobre el banco del jardn acuyos pies se extenda la oscura forma del que haba sido seor deAttalus. Ya se termin, Ascalante, se acab! murmur el estigio, y susojos enrojecieron como los de un vampiro en la oscuridad.

Cogi un puado de sangre coagulada del charco en el que yaca suvctima y lo frot contra los ojos de la serpiente de cobre, hastaque los destellos amarillos quedaron cubiertos por una mscara decolor carmes.Cierra los ojos, serpiente mstica pronunci conespeluznante susurro. Cierra los ojos a la luz de la luna y brelosa los abismos ms oscuros! Qu ves, oh serpiente de Set? A quinllamas en los abismos de la Noche? De quin es la sombra que caesobre la plida luz? Tremelo, oh serpiente de Set! Mientrasacariciaba las escamas rtmicamente con la mano, trazando sobre elanillo un crculo que siempre volva al punto de partida, su voz seatenu an ms, y susurraba oscuros nombres y horripilantes conjurosolvidados en la faz de la tierra, pero no en los siniestrosterritorios de la oscura Estigia, donde formas monstruosas seagitan en la oscuridad de las tumbas. Una corriente de aire sopl asu alrededor, como el remolino que se produce en el agua cuando sesumerge una criatura. Un viento insondable y glido como si sehubiera abierto una puerta le sopl en la cara. Toth sinti unapresencia a sus espaldas, pero no se volvi para mirar. Mantuvo losojos fijos en el mrmol iluminado por la luna, sobre el que flotabainmvil una tenue sombra. Mientras continuaba susurrando susconjuros, la sombra creci hasta convertirse en una forma clara yhorripilante. Pareca un mandril gigante, pero no un mandril de losque habitan en la tierra, ni siquiera en Estigia. Sin mirar, perosacando de su cinto una sandalia de su amo que siempre llevabaconsigo con la dbil esperanza de poder utilizarla cuando llegara elmomento, Toth la arroj. Has de conocerle, esclavo del Anillo!exclam. Busca al que lo us, y destryele! Mrale a los ojos eincndiale el alma antes de cortarle el cuello! Mtale! S agreg enuna ciega explosin de ira, a l y a todos los dems! Recortada sufigura contra el muro que iluminaba la luna, Toth vio que elmonstruo inclinaba su deforme cabeza y lo ola como si hubiera sidoun abominable sabueso. Entonces la siniestra cabeza se ech haciaatrs, la cosa se dio media vuelta y se fue como un viento entre losrboles. El estigio extendi los brazos con loco frenes, y sus ojos ydientes brillaron a la luz de la luna. Un soldado que estaba deguardia fuera de las murallas grit de horror al ver la enormesombra negra con ojos ardientes que se alejaba de la muralla ypasaba a su lado como un huracn. Pero se alej tan rpidamente que elatnito guerrero se qued pensando si se habra tratado de un sueo oalucinacin.

Captulo 4

Cuando el mundo era joven, los hombres eran dbiles y losdemonios de la noche caminaban libremente, yo luchaba con Setmediante el fuego y el acero y el jugo de los rboles upas. Ahoraque duermo en el negro corazn de la montaa, y los aos se hancobrado su precio, olvidis a aquel que ha luchado contra laSerpiente para salvar el alma de los hombres?

El rey Conan se encontraba solo en sus aposentos de cpuladorada, durmiendo y soando. A travs de la bruma gris oy una extraallamada, dbil y remota, y, aunque no la entendi, atraves la brumacomo un hombre que camina a travs de las nubes. La voz se fuehaciendo ms ntida a medida que se acercaba, hasta que entendi loque deca. Le estaba llamando a l a travs de los abismos del Espacioo del Tiempo. Entonces la bruma se hizo menos densa, y vio que seencontraba en un enorme corredor oscuro que pareca hecho de slidapiedra negra. Estaba en penumbras, pero por alguna extraa razn, talvez mgica, poda ver con claridad. El suelo, el techo y las paredesestaban pulidos y brillaban tenuemente, y en ellas haban sidotalladas las figuras de hroes antiguos y de dioses casi olvidados.Se estremeci al ver el contorno en sombras de los AncianosInnominados, e intuy que ningn pie mortal haba pisado aquelcorredor en siglos. Lleg hasta una amplia escalera tallada en laslida roca, cuyos lados estaban adornados con smbolos esotricos tanantiguos y terribles que al rey Conan se le eriz el cabello. Lospeldaos estaban adornados con la figura tallada de Set, la AntiguaSerpiente, de modo que a cada paso que daba apoyaba su pie en lacabeza de ste, tal como haba ocurrido desde la antigedad. Elcimmerio se senta desasosegado. Pero la voz sigui llamndole, yfinalmente, en una oscuridad impenetrable para sus ojos humanos,lleg hasta una extraa cripta y vio una figura de barba blancasentada sobre una tumba. Conan se

estremeci y aferr su espada, pero la figura le habl con vozsepulcral. Oh, humano, me conoces? Por Crom que no! jur el rey.Hombre dijo el anciano, soy Epemitreus. Pero Epemitreus el Sabiomuri hace quince siglos! balbuci Conan. Escucha! orden el otro. Ascomo una piedra que se arroja a un lago enva ondas a la costa, losacontecimientos del Mundo Invisible han irrumpido como olas en misueo. Te he marcado, Conan de Cimmeria, y el sello de hechosfundamentales y trascendentes ha sido estampado sobre ti. Pero losdemonios andan sueltos en la tierra, y tu espada no puede nadacontra ellos. Hablas de forma enigmtica dijo Conan, inquieto. Djamever a mi enemigo y le destrozar el crneo. Dirige tu furia brbaracontra tus enemigos de carne y hueso repuso el anciano. No escontra los hombres que he de protegerte. Hay mundos oscuros que elhombre desconoce, por los que andan monstruos informes; se trata dedemonios que pueden ser atrados desde los Vacos Exteriores para queadopten una forma material y destrocen y devoren bajo las rdenes demagos malignos. Hay una serpiente en tu casa, oh rey, hay un reptilen tu reino, que ha venido de Estigia con la oscura sabidura de lassombras en su alma lbrega. Al igual que un hombre que suea con unaserpiente que se arrastra hacia l, he sentido la presencia malignadel aclito de Set. Est borracho de poder, y, cuando ataca a suenemigo, es capaz de destruir un reino. Te he llamado a fin deentregarte un arma para que luches contra l y contra su bandainfernal. Pero por qu? pregunt Conan desconcertado. Se dice que tdescansas en el negro corazn del Golamira, desde donde has enviadoa tu fantasma de alas invisibles para ayudar a Aquilonia en pocasde necesidad, pero yo… soy un extranjero y un brbaro. Paz! repusoel otro, y su fantasmagrica voz reson en la enorme caverna llena desombras. Tu destino y el de Aquilonia estn unidos. Tremendosacontecimientos se estn tejiendo en las entraas del Destino, y unhechicero sediento de sangre no ha de interponerse ante el destinoimperial. Hace siglos, Set rode el mundo como una serpiente pitnabraza a su presa. Toda mi vida, que dur lo que la vida de treshombres corrientes, he luchado contra l. Le arrastr hasta lassombras del misterioso sur, pero en la oscura Estigia los hombrestodava veneran a quien nosotros consideramos el archidemonio. De lamisma manera que he luchado contra Set, ahora peleo contra susadoradores y aclitos. Dame tu espada. Conan, asombrado, se la dio,y el anciano traz en la hoja un extrao smbolo que brillaba como elfuego entre las sombras. Y al instante la cripta, la tumba y elanciano desaparecieron, y Conan,

desconcertado, se levant de un salto del lecho que se encontrabaen la enorme habitacin de cpula dorada. Y cuando se levant, todavaaturdido por el extrao sueo, se dio cuenta de que estabasosteniendo la espada en la mano. Y se le eriz el cabello al notarque en la hoja haba un smbolo grabado; se trataba de la silueta deun fnix. Record que en la tumba vista en sueos le haba parecido veruna figura similar, tallada en la piedra. Ahora se preguntaba si setratara de una figura de piedra, y se estremeci al pensar lo extraoque era todo aquello. Entonces un sonido furtivo que oy en elpasillo lo hizo volver en s, y sin detenerse a averiguar de qu setrataba comenz a ponerse la armadura. Volva a ser el brbaroreceloso y alerta como un lobo acorralado.

Captulo 5

Qu s yo acerca de la civilizacin, el oropel, el artificio y lamentira? Yo, que nac en una tierra pelada y me cri al aire libre.Las palabras sutiles y los sofismas no sirven de nada cuando cantala espada; venid y morid, perros… yo he sido un hombre antes deser rey. El camino de los reyes

En el silencio que reinaba en el corredor del palacio del rey,acechaban veinte siluetas furtivas. Sus sigilosos pies, descalzos ocubiertos con sandalias de suave cuero, no hacan ningn ruido sobrela gruesa alfombra que cubra el suelo de mrmol. Las antorchas quehaba en la pared arrojaban destellos rojizos sobre las dagas,espadas y hachas de combate. Silencio! susurr Ascalante. Norespiris tan pesadamente, quienquiera que sea el que lo esthaciendo! El oficial de la guardia nocturna ha dejado muy pocoscentinelas en el palacio, y los ha emborrachado, pero de todosmodos debemos andarnos con cautela. Atrs! Aqu vienen los guardias!Se apiaron detrs de unas columnas talladas, e inmediatamente diezgigantes con armadura negra pasaron a su lado. Miraron extraados aloficial que se los llevaba de sus puestos. ste estaba

plido en el momento en que los guardias pasaron junto alescondite de los conspiradores, y se secaba el sudor de la frentecon mano temblorosa. Era joven, y no le resultaba fcil traicionar aun rey. Maldijo mentalmente sus extravagancias, que le habanendeudado con los prestamistas, convirtindolo en juguete depolticos intrigantes. Los guardias siguieron de largo ydesaparecieron en el corredor. Muy bien! dijo Ascalante sonriendo.Conan est durmiendo sin proteccin. De prisa! Si nos cogen mientrasle matamos, estamos perdidos… pero nadie abrazar la causa de unrey muerto. S, daos prisa! orden Rinaldo cuyos ojos azulescentelleaban bajo el brillo de la espada. Mi sable est sediento desangre! Escucho el ruido de los buitres! Adelante! Avanzaronrpidamente por el corredor y se detuvieron ante una puerta dorada,que tena grabado el smbolo del dragn real de Aquilonia. Gromel!grit Ascalante. Tira abajo esta puerta! El gigante respir hondo yse abalanz sobre la puerta, que chirri y se comb ante el impacto.El hombre dio un paso atrs y volvi a la carga. La puerta se hizopedazos con ruido de goznes salidos y de madera destrozada, y cayhacia adelante. Entrad! bram Ascalante, inflamado de odio.Adelante! grit Rinaldo. Muerte al tirano! Al entrar, se detuvieronen seco. Conan estaba frente a ellos, despierto y al acecho, con laarmadura puesta y su enorme espada en la mano, y no desnudo ydormido como ellos esperaban. Durante un instante, la escena secongel los cuatro nobles rebeldes al lado de la puerta destrozada,y la horda de salvajes que les segua y todos se quedaronparalizados al ver al gigante de ojos fogosos de pie, con la espadaen la mano, en el centro de la habitacin iluminada por las velas.En aquel momento Ascalante vio sobre una pequea mesa que haba en ellecho real el cetro de plata y la pequea corona dorada deAquilonia, y sinti que enloqueca de deseo. Adelante, bribones! gritel proscrito. Somos veinte contra uno, y l no lleva casco! Eracierto; no haba tenido tiempo de ponerse el pesado casco ni lasplacas laterales de la coraza, ni de coger el enorme escudo de lapared. Pero aun as, Conan estaba mejor protegido que cualquiera desus enemigos, salvo Volmana y Gromel, que llevaban armaduracompleta. El rey les mir, sin saber quines eran. No conoca aAscalante, y Rinaldo llevaba la cara cubierta con la armadura. Perono haba tiempo para conjeturas. Dando gritos que se elevaban hastael techo, los asesinos entraron en la habitacin, con Gromel a lacabeza. ste entr embistiendo como un toro, espada en mano para darla primera estocada. Conan se acerc a l de un salto, blandiendo laespada con

todas sus fuerzas. El enorme sable traz un arco en el aire ygolpe el casco del bosonio. La hoja y el casco vibraron, y Gromelcay al suelo, muerto. Conan dio un paso atrs, aferrando laempuadura rota. Gromel! exclam al tiempo que escupa, con los ojoscentelleando de asombro, cuando el casco hendido dej ver la cabezadestrozada. En ese momento, el resto del grupo se abalanz sobre l.La punta de una daga le roz las costillas a travs de la armadura.El filo de una espada brill delante de sus ojos. Apart al hombreque empuaba la daga con la mano izquierda, y le golpe la sien conla empuadura rota. Los sesos del hombre le salpicaron la cara.Cinco de vosotros, vigilad la puerta! grit Ascalante, que se debataen medio de un remolino de acero, pues tema que Conan huyera. Losbribones se quedaron inmviles, mientras su jefe coga a algunos deellos y los empujaba hacia la puerta. En aquel preciso instante,Conan salt en direccin a la pared y cogi un hacha que colgaba all.Con la espalda contra la pared, se enfrent a los hombres y salt enmedio del crculo formado por stos. El cimmerio nunca peleaba a ladefensiva; aun en la situacin ms desventajosa y desesperada, nopermita que el enemigo tomara la iniciativa. Cualquier otro hombrehubiera muerto en aquellas circunstancias y, a decir verdad, Conanno tena muchas esperanzas de sobrevivir, pero deseaba con todas susfuerzas infligir el mayor dao posible antes de que le mataran. Suespritu de brbaro estaba lleno del ardor de la batalla, y loscantos de guerra de los antiguos hroes resonaban en sus odos.Cuando salt desde la pared, su hacha derrib, hizo que un enemigocayera con el brazo cercenado, y de un terrible revs aplast elcrneo de otros. Las espadas geman vengativas a su alrededor, perola muerte slo le rozaba a una distancia de milmetros. El cimmeriose mova con cegadora velocidad. Pareca un tigre rodeado de simios,y al saltar, esquivar y atacar ofreca un blanco en perpetuomovimiento al tiempo que su hacha teja un manto de muerte a sualrededor. Durante unos instantes, los asesinos le rodearon confiereza, atacando, pero su mismo nmero era una desventaja, porquechocaban unos contra otros; luego retrocedieron. Los dos cadveresque haba en el suelo daban fe de la furia del rey, si bien Conansangraba por varias heridas que tena en el brazo, el cuello y laspiernas. Bellacos! grit Rinaldo, quitndose el casco emplumado.Estis acobardados? Es que el dspota ha de seguir viviendo? Acabadcon l! Y se lanz hacia adelante, dando estocadas como un loco, peroConan, al reconocerle, le quit la espada de un hachazo, y le arrojal

suelo con un fuerte empujn. El rey recibi una estocada deAscalante en el brazo izquierdo, pero ste a duras penas logr salvarla vida, amenazada por el hacha del cimmerio. Uno de los bribonesse arroj a los pies de Conan; despus de luchar por un momento conlo que pareca una slida torre de hierro, levant la mirada y vio elhacha, pero fue tarde para eludirla. En el nterin, uno de suscompaeros levant la espada con ambas manos y atraves la placa quecubra el hombro izquierdo del rey, hirindole. En un segundo, lacoraza de Conan qued cubierta de sangre. Volmana, incitando a losatacantes con su salvaje impaciencia, avanz con una expresinasesina en el rostro e intent hundir su arma en la cabeza,descubierta de Conan. El rey se agach rpidamente y el sable le cortun mechn de pelo negro. El cimmerio gir sobre sus talones y atac.El hacha se clav a travs de la coraza de acero, y Volmana cay alsuelo con una herida en el costado. Volmana! dijo Conan sinaliento. Vete a conspirar al infierno… Inmediatamente se aprest aenfrentarse a Rinaldo, que atacaba con salvaje furia, armado tanslo con una daga. Conan salt hacia atrs, levantando el hacha.Rinaldo! dijo con desesperacin. Atrs! No quiero matarte… Muere,tirano! grit el enloquecido juglar, abalanzndose sobre el rey.Conan demor el golpe que estaba a punto de descargar hasta que yafue tarde. Pero cuando sinti el acero en el costado, atac con ciegadesesperacin. Rinaldo cay al suelo con el crneo destrozado, y Conanretrocedi hasta la pared, cubierto con la sangre que manaba de susheridas. Ataca ahora, y mtale! grit Ascalante. Conan apoy laespalda contra la pared y levant el hacha. Estaba de pie, como laimagen del primitivo indomable las piernas separadas, la cabezaechada hacia adelante, una mano apoyada en la pared, la otraaferrando el hacha, con los enormes msculos en tensin, como cuerdasde hierro, y el rostro congelado en una furiosa mueca, y los ojosle centelleaban a travs de la nube de sangre que estaba velndolos.Los hombres titubearon… aunque fueran salvajes, criminales ydisolutos, pertenecan a la llamada civilizacin, y frente a ellosestaba el brbaro… el hombre que tena el hbito de matar. Seacobardaron al verlo… el tigre moribundo an poda darles muerte.Conan percibi su incertidumbre y sonri con una mueca feroz. Quin hade morir primero? musit con la boca herida y los labios cubiertosde sangre. Ascalante salt como un lobo con increble rapidez y seagach para eludir la muerte que se le acercaba siseando. Girfrenticamente sobre sus talones para esquivarla y rod por elsuelo,

mientras Conan se recuperaba del golpe fallido y atacaba denuevo. Esta vez el hacha se hundi varias pulgadas en el suelo,cerca de las piernas de Ascalante. Otro forajido eligi aquelmomento para atacar, seguido por sus compaeros. Trat de matar aConan antes de que el cimmerio pudiera arrancar el hacha del suelo,pero calcul mal. El brbaro cogi el hacha manchada de sangre y leasest un golpe a su enemigo. Una caricatura de hombre de colorcarmes fue arrojada hacia atrs entre las piernas de los atacantes.Entonces, un grito terrible surgi de labios de los bribones queestaban en la puerta, pues haban visto una negra sombra deformesobre la pared. Ascalante se dio media vuelta al or el grito, yaullando y blasfemando como perros, salieron corriendo por elpasillo. Ascalante no mir en direccin a la puerta; slo tena ojospara el rey herido. Supona que el ruido de la batalla habradespertado a la gente del palacio, y que los guardias lealesestaran a punto de prenderle, aunque le resultaba extrao que susbribones gritaran de aquella manera al huir. Conan no mir hacia lapuerta, porque estaba contemplando al proscrito que tena los ojosardientes del lobo moribundo. Ni siquiera en aquel momento abandona Ascalante su cnica filosofa. Todo parece estar perdido,especialmente el honor murmur . Sin embargo, el rey se est muriendode pie… y… No se sabe qu otros pensamientos le pasaron por lacabeza, porque en mitad de la frase se acerc a Conan, en el precisoinstante en que el cimmerio se limpiaba con una mano la sangre quele cubra la cara. Pero en el momento en que atac, hubo un extraomovimiento en el aire, y sinti una cosa terriblemente pesada entrelos hombros. Cay al suelo, y unos enormes colmillos se hundierondolorosamente en su carne. Retorcindose con desesperacin, volvi lacabeza y vio el rostro de la Pesadilla y de la locura. Encima de lhaba una enorme cosa negra, que l saba que no haba nacido en unmundo humano. Tena los negros colmillos de la cosa cerca de sugarganta, y la mirada de sus ojos amarillos le quem lasextremidades como un viento mortfero quema la mies en el campo. Surostro abominable trascenda la mera animalidad. Poda tratarse delrostro de una momia antigua y maligna, animada con demonaca vida.En aquellos rasgos repelentes, los ojos desorbitados del proscritocrean ver una especie de sombra en medio de la locura que lerodeaba, una cierta similitud terrible con el esclavo TothAmon.Entonces, la filosofa cnica y autosuficiente de Ascalante leabandon, y muri con un grito aterrador antes de que los babeantescolmillos lo tocaran. Conan, limpindose la sangre que le cubra lacara, miraba atnito. Al principio pens que lo que haba sobre elcuerpo retorcido de Ascalante era un enorme sabueso negro, pero

luego se dio cuenta de que no se trataba de un perro sino de unmono. Con un aullido que pareca el eco del grito de agona deAscalante, se alej de la pared y se enfrent a la cosa con un golpede hacha en el que se haba concentrado toda la fuerza desesperadade sus electrizados nervios. El arma que haba arrojado brill desdeel crneo que habra tenido que destrozar, y el rey fue arrojado atravs de la habitacin por el impacto del gigantesco cuerpo. Lasmandbulas babeantes se cerraron sobre el brazo con el que Conan seprotega la garganta, pero el monstruo no hizo ningn esfuerzo pormatarle. Lanz una mirada demonaca por encima de su brazo destrozadoy la clav en los ojos de Conan, en los que comenzaban a reflejarseel horror que se expresaba en los ojos muertos de Ascalante. Conansinti que el alma le arda y comenzaba a salirse de su cuerpo parahundirse en los abismos amarillos del horror csmico que brillabancon fantasmagrico resplandor en el caos informe que creca a sualrededor. Aquellos ojos crecan y crecan, y Conan vislumbr en ellosla realidad de todos los horrores abismales y blasfemos que acechanen la oscuridad exterior del vaco informe, y de los negros abismossiderales. Abri su boca manchada de sangre para gritar su odio y surepugnancia, pero de sus labios slo le surgi un chasquido. Pero elhorror que haba paralizado y destruido a Ascalante inflam alcimmerio con una terrible furia similar a la locura. Con un impulsovolcnico de todo su cuerpo, salt hacia atrs, indiferente al dolorque senta en el brazo destrozado, arrastrando al monstruo. Y sumano fue a dar con algo que su aturdido cerebro reconoci como laempuadura de su espada rota. La aferr instintivamente y la empu contodas sus fuerzas, como si se hubiera tratado de una daga. La hojarota se hundi profundamente, y el brazo de Conan qued libre cuandola repelente boca se abri en un ltimo suspiro de agona. El rey fuearrojado a un lado, y, apoyndose en una mano, vio las terriblesconvulsiones del monstruo, de cuyas heridas brotaba sangre espesa.Y mientras todava le observaba, sus movimientos cesaron y se quedtendido en el suelo, sacudindose con espasmos, al tiempo que mirabahacia arriba con sus ojos muertos. Conan parpade y se limpi lasangre de la cara. Le pareca que la cosa se derreta y sedesintegraba, convirtindose en una masa viscosa e informe. Entonceslleg a sus odos una confusin de voces, y la habitacin se llen degente del palacio caballeros, nobles, damas, hombres de armas,consejeros que balbucan, gritaban y chocaban unos con otros. Allestaban los Dragones Negros, enloquecidos de ira, maldiciendo, conlas manos en las empuaduras y juramentos en los labios. No se veaal joven oficial de la guardia por ningn lado, a pesar de que lebuscaron afanosamente.

Gromel! Volmana! Rinaldo! exclamaba Publius, el consejero jefe,metiendo sus manos regordetas entre los cadveres . Negra traicin!Alguien ha de pagar por esto! Llamad a los guardias. La guardia estaqu, viejo estpido! dijo imperiosamente Palantides, el comandantede los Dragones Negros, olvidando el rango de Publius en aqueltenso momento. Ser mejor que dejes de chillar y nos ayudes a vendarlas heridas del rey. Da la impresin de que va a morir desangrado.S, s! grit Publius, que era un hombre de ideas ms que de accin.Debemos vendarle las heridas. Manda a buscar a todos los mdicos dela corte! Oh, mi seor, qu vergenza para la ciudad! Estscompletamente muerto? Cerdo! dijo el rey desde el lecho en el quele haban colocado. Le acercaron una copa a los labios manchados desangre y bebi como un hombre medio muerto de sed. Bien! dijo con ungruido. Matar reseca la garganta. Los hombres consiguieron detenerla hemorragia, y la vitalidad innata del brbaro se puso demanifiesto una vez ms. Curad primero las heridas del costado dijo alos mdicos de la corte. Rinaldo me escribi una cancin de muerteall, y la pluma estaba muy afilada. Deberamos haberle ahorcado hacetiempo farfull Publius. No se puede esperar nada bueno de lospoetas… quin es ste? Toc con nerviosismo el cadver de Ascalantecon el pie.Por Mitra! exclam el comandante. Es Ascalante, el condede Thune! Qu diablos le trajo aqu desde el desierto? Pero por qutiene esa expresin en el rostro? pregunt Publius con un susurro,alejndose, con los ojos desorbitados y erizado el cabello. Los demspermanecieron en silencio mientras contemplaban al proscritomuerto. Si hubieras visto lo que l y yo vimos gru el rey,incorporndose a pesar de las protestas de los mdicos, no tesorprenderas. Lo vers con tus propios ojos si miras… Seinterrumpi en mitad de la frase, boquiabierto, sealando con un dedoel vaco. En el lugar en el que haba estado el monstruo muerto, nose vea ms que el suelo de mrmol. Por Crom! jur. La cosa se hahundido con la materia hedionda de la que surgi! El rey estdelirando susurr un noble. Conan le oy y profiri un juramentobrbaro. Por Badb, por Morrigan, por Macha y por Nemain! dijofurioso. Estoy cuerdo! Era como una mezcla de momia estigia ymandril. Entr por la puerta, y los bribones de Ascalante huyeron alverle. Mat a Ascalante, que estaba a punto de atravesarme conla

espada. Entonces vino hacia m y lo mat… no s cmo, porque mihacha rebot como si se hubiera tratado de una roca. Pero creo queel Sabio Epemitreus tuvo algo que ver con esto… Escucha cmopronuncia el nombre de Epemitreus, muerto hace mil quinientos aos!se decan unos a otros en voz baja. Por Ymir! exclam el rey con voztronante. Esta noche habl con Epemitreus! Me llam en sueos, y yoavanc por un corredor de piedra negra en el que haba tallas deantiguos dioses, en direccin a una escalera tambin de piedra, encuyos peldaos haba figuras de Set, hasta que llegu a una cripta enla que haba una tumba con un fnix tallado… En nombre de Mitra, miseor! Calla! dijo el sumo sacerdote de Mitra, con el rostroceniciento. Conan sacudi la cabeza como un len agita la melena, yhabl como un gruido de bestia salvaje. Acaso soy un esclavo, paracallarme porque t me lo ordenes? No, no, mi seor! repuso el sumosacerdote temblando, pero no de miedo, ante la clera del rey. Notena intenciones de ofenderte. Luego se acerc a Conan y le dijoalgo al odo. Mi seor, esta cuestin est ms all de la comprensinhumana. Slo un pequeo grupo de sacerdotes conoce el secreto delcorredor de piedra negra que manos desconocidas esculpieron en elnegro corazn del monte Golamira, o acerca de la tumba protegida porel fnix en la que fue enterrado Epemitreus hace mil quinientos aos.Y desde entonces ningn ser humano ha entrado all, porque loselegidos, despus de colocar al Sabio en la cripta, cerraron laentrada del corredor de modo que nadie pudiera encontrarla, y hoyen da ni siquiera los sumos sacerdotes saben dnde est. El pequeogrupo de aclitos de Mitra conoce slo de odas, por boca de los sumossacerdotes, el lugar del reposo eterno de Epemitreus en el negrocorazn de Golamira, y guardan celosamente el secreto. ste es uno delos Misterios en los que se basa el culto de Mitra. No s por mediode qu artes mgicas Epemitreus me llev hasta l repuso Conan. Pero yohe hablado con l, y me hizo una marca en la espada. No s por qu esaseal result mortfera para los demonios, ni qu magia haba en ella,pero aunque la espada se rompi al golpear el casco de Gromel, elfragmento que qued fue lo bastante largo como para matar almonstruo. Djame ver tu espada susurr el sumo sacerdote con lagarganta seca. Conan le ense la espada rota, y el sumo sacerdotelanz un grito y se puso de rodillas. Mitra nos proteja contra elpoder de las tinieblas! dijo jadeando. En la espada est grabado elemblema del fnix inmortal que se cierne eternamente sobre su tumba!Es el signo secreto que slo l

puede hacer! Rpido, una vela! Mirad otra vez en el lugar dondeel rey dice que muri el demonio! ste haba yacido a la sombra de unbiombo roto. Arrojaron el biombo a un lado y alumbraron el suelocon la luz de la vela. En la habitacin reinaba un silencioestremecedor mientras buscaban la seal. Poco despus algunos caan derodillas al suelo invocando a Mitra, y otros huan gritando de lahabitacin. All en el suelo, en el lugar donde haba muerto elmonstruo, yaca una sombra tangible, una enorme mancha oscura que nose poda borrar; la cosa haba dejado su contorno claramente marcadocon su sangre, y aquel contorno no se pareca al de ningn serconocido en el mundo. Estaba all, terrible y siniestro, como lasombra de uno de los dioses mono que se agazapan en los sombrosaltares de los oscuros templos de Estigia.

FINTtulo original: The Phoenix on the Sword

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