Belleza, poesía, sueños… El tiempo de la trascendencia Estética teológica, en diálogo con Rubem Alves

  • Belleza, poesa, sueos…El tiempo de la trascendenciaEsttica teolgica, en dilogo con Rubem AlvesJuan Jacobo Tancara12FRUSRpROXJDUIDQWiVWLFRRQGHPRUDDGRUPHFLGRXPXQLYHUVRinteiro.Rubem Alves, 1994a: 52).RESUMORubem Alves fala da beleza, um jardim escondido dentro de ns. Aoreconhecer a beleza que somos ns mesmos, vemos a beleza das outraspessoas e nossa volta. As pessoas no esto reduzidas dimensona-tural. Viver necessariamente transcender. Ao mesmo tempo,somenteD0mH7HUUDFULDDVFRQGLo}HVSDUDTXHSRVVDPRVYLYHU&RPRPmHacolhedora,ela nos d o dom da vida. O ser humano parece humanizar-se enquantose sente cheio de graa. As buscas pessoais do telogo Rubem Alvespodem ser compartilhadas pelos desejos de outros seres humanos quede igual modo desejam um mundo mais justo e inclusivo. Incluso ejustia so outros nomes dessa Unidade diversa desejada. Nohomoge-neidade, mas (re)conciliao entre os seres humanos; entre oser humano e a Me Terra… Utopia… Recolhimento e refgio denossos trabalhos e pesares. … Caminhada, busca, encontros. Deustorna-se uma Presena da qual sentimos falta. Desejamos, esperamos,lutamos. De forma pessoal, coletiva e comunitria.1 Juan Jacobo Tancara doutorando em Teologia pela Universidadede Bielefeld, Alemanha.
  • 80 REFLEXUS – Ano VIII, n. 12, 2014/2PALAVRAS-CHAVERubem Alves. Utopia. Esperana. Esttica.ABSTRACT5XEHP$OYHVWDONVDERXWEHDXW\DKLGGHQJDUGHQZLWKLQXV:KHQZHGLVFRYHUWKHEHDXW\WKDWLVZLWKLQRXUVHOYHVZHDUHDEOHWRVHHWKHbeautyin other people and around us. People are not restricted to theirnatural dimension. Living entails transcending. At the same time,only0RWKHU(DUWKFUHDWHVWKHFRQGLWLRQVIRUXVWROLYH$VDZHOFRPLQJPR-WKHUVKHEHVWRZVXSRQXVWKHJLIWRI OLIH+XPDQEHLQJVVHHPWRKX-PDQL]HZKHQIHHOLQJIXOORIJUDFH7KHSHUVRQDOSLOJULPDJHXQGHUWDNHQE\WKH WKHRORJLDQ5XEHP$OYHV FDQEH VKDUHGE\WKHZLVKHVRIRWKHUKXPDQEHLQJVWKDWHTXDOO\GHVLUHDPRUHMXVWDQGLQFOXVLYHZRUOG,QFOX-sionand justice are other names for this desired and diverse Unity. NotKRPRJHQHLW\EXWUHFRQFLOLDWLRQDPRQJKXPDQEHLQJVEHWZHHQKXPDQbeings andMother Earth … Utopia Sheltering and refuge from our labor andcares… A journey, a search, an encounter. God becomes aPre-VHQFHWKDWZHPLVV:HZLVKKRSHDQGVWUXJJOHLQDSHUVRQDOFROOHFWLYHDQGFRPPXQLWDULDQZD\KEYWORDS5XEHP$OYHV8WRSLD+RSH$HVWKHWLFVIntroduccinCuando Rubem Alves habla de belleza, dice que ella est en lasper-sonas, antes que en las cosas. Ella es como un jardn escondidoen noso-tros. Al reconocer la belleza que somos, podemos ver la delas otras per-sonas, y la de nuestro entorno. En efecto, las cosasy el medio ambiente natural no responden, como quisiramos, anuestros deseos y sueos. A diferencia de la naturaleza, laspersonas s se sienten interpeladas e interactan con nosotros dediversos y sorpresivos modos, muchasve-FHVHOODVQRVSDUHFHQKHUPRVDV4XL]iVYHPRVHVSOHQGRURVRVDQXHVWURVsemejantesy a las cosas porque nos recuerdan nuestra brillo interior.Nosotros/as tambin somos hermosos/as. Se podra decir que somosres-
  • REFLEXUS – Revista de Teologia e Cincias das Religies 81SRQVDEOHVGHODEHOOH]DTXHQRVURGHD’HTXpYDOHODKHUPRVXUDGHODVcosa yla naturaleza, si no estamos nosotros presentes para verlas, si nohay seres humanos que las contemplen y encuentren en ellas gracia ola DOHJUtDGHYLYLU»Las personas no estn reducidas a la dimensin natural. Por esoque cristianos/as dicen que vivir es vivir para Cristo. Viviramando, sintin-dose seguros/as, augustos/as, disfrutando de laliberacin que da Cristo. Estar con vida es necesariamentetrascender. Al mismo tiempo, solo la Madre Tierra crea lascondiciones para que podamos vivir. Podemosver-ODVHQWRQFHVFRPRPDGUHDFRJHGRUDPachamama, nos da el don de lavida. El ser humano pareciera humanizarse en cuanto y tanto tambinse siente lleno de gracia.Pero, como se sabe, no se trata tan solo de vivir, sino de vivirmejor HOEXHQYLYLUYLYLUELHQsuma qamaa o sumak kawsay, diras lasFXOWXUDV LQGtJHQDV DQGLQDV+HUPRVR HV VDWLVIDFHU ODV QHFHVLGDGHVODcomida, los deseos. La belleza es trascender, es vivir bien, esla vida bue-na, la vida misma, la vida con gloria: gloria Deivivens homo (Irineo de Lyon). La gloria de Dios es el ser humanovivo, y hay esta gloria cuando el ser humano puede vivirplenamente. Vida esttica, vivir uno y que vivan las y los dems, quevivan bien, y se sientan alegres, realizados y agradecidos de lavida. Ah radica el esplendor de Dios.+DQV8UVYRQ%DOWKDVDU2 habl de esttica teolgica como delres-SODQGRUGHOD*ORULDGH’LRV\EDMRHVWDLUUDGLDFLyQUHH[LRQyODKLVWRULDlaliteratura, las artes, la cultura ampliamente, las sociedades. Setrataba, HQUHDOLGDGGH ODXRUHVFHQFLDGHODFLYLOL]DFLyQFULVWLDQDRFFLGHQWDOinterpretado como la luminosidaddel propio Dios, de Cristo. Es estair-UDGLDFLyQGLYLQDODTXHODVDOYD\OHGDDOQDOVXUD]yQGHVHUDOPXQGRFULVWLDQR/D*ORULDGH’LRVHUDFRPRHO(VStULWXHQ+HJHO6LQHPEDUJRaqudeseamos concebir una esttica teolgica pensando en la gloria delser humano viviente, persona, digno. Siguiendo la propuesta de lateo-loga de la liberacin, la gloria de Dios consiste en que sushijos e hijas, los hombres y las mujeres, vivan y vivan muchomejor. Especialmente2 921%$/7+$6$5+DQV8UVGloria, una esttica teolgica: 4. Metafsica.Edad Antigua. Traducida del alemn por Gonzalo Girons. Madrid:Ediciones Encuentro, 1986 [1961].
  • 82 REFLEXUS – Ano VIII, n. 12, 2014/2quienes ms sufren: las y los pobres. Como deca Oscar A. Romero:glo-ria Dei, vivens pauper. La gloria de Dios es que el pobre (lapersona, humillada, despreciada, abandonada, que sufre injusticia,carencias de todo tipo; la persona que se siente pobre) puedarespirar plenitud, sonrer, vivir bien. Gustavo Gutirrez dice tambinque no se puede hablar de Dios honestamente, sin denunciar lasinjusticias, sin hablar de las y los pobres y su liberacin. En suderecho a ser ellos y ellas mismos/as, enVXVQHFHVLGDGHVVDWLVIHFKDVHQVXVHVSHUDQ]DVUDGLFDODPDJQLFHQFLDGH’LRVOD*ORULDGHO+DFHGRU(VODHPDQFLSDFLyQGHODV\ORVKLMRVDVGH’LRVGHORVH[FOXLGRVDVGHVHFKDGRVDVYLROHQWDGRVDV3HQVDPRVque la Gloria de laque habl von Balthasar, tambin resplandece en la lucha de las y lospobres por su reivindicacin y por mayor humaniza-cin. Destella enla sonrisa de un nio que mira el horizonte de una vida bonita y enla rebelin de los trabajadores, desempleados, marginados.La belleza es gratuidad; es el sueo profundo de reconciliacin.Vi-vir integralmente, hermanados/as, no escindidos/as. Y la manerade no sentirse separado de algo ms vasto que nos rene y hermana essoar un sueo fundamental: la reconciliacin. Sueos… volver a serun abrazo universal con todo cuanto nos rodea, con nuestroshermanos y hermanas,FRQHOFRVPRVFRQOD0DGUH/DHVWpWLFDWHROyJLFDHVODH[SUHVLyQGHXQGHVHRTXHVHWUDQVIRUPDVLVHTXLHUHGHFLUDVtHQXQDXWRStDGHliberacin.(QHVWHWH[WRQXHVWURGHFLUHVPiVOLPLWDGRPX\PRGHVWR1XHVWURlenguaje notiene la pretensin de hablar a nombre de alguien ni de laFLHQFLDPiVELHQH[SUHVDUQXHVWURGHVHRGHXQPXQGRPHMRU
  • REFLEXUS – Revista de Teologia e Cincias das Religies 83su caso, una apuesta personal que l se atrevi a ser pblico comouna IRUPDGHUHH[LyQFRPXQLWDULD6XWHRORJtDHVHOGHVHRGHFRPXQLFDUVHcon lapersonas de su tiempo, con la historia, sin perder de vista, elalto valor del cuerpo. l pensaba que el cuerpo del telogo, es comoel de las araas: el telogo con sus palabras teje una red paracolgar de ella sobre un abismo. Como la tela de la araa, laspalabras la teologa es unaVXVWDQFLDTXHVDOHGHVXFXHUSR$TXtUHH[LRQDPRVXQDSDUWLFXODUPLUD-da deuna esttica teolgica, personal, pero a la vez social y comunitaria,GLDORJDQGRFRQ5XEHP$OYHV([SOLFDPRVDOJXQDVGHVXVFDWHJRUtDVGHVXSHQVDPLHQWRWHROyJLFRHVWpWLFR6HWUDWDGHXQDH[SHULHQFLDGHOHFWXUDHLQWXLFLRQHV(OFDPSRGHODUHH[LyQHVWpWLFDQRDGPLWHGHQLFLRQHVconcluyentes,tampoco lo admite el lenguaje de la teologa.Sobre Alves y su teologa/DWHRORJtDHQWHQGLGDFRPRXQGLVFXUVRTXHUD]RQDUHH[LRQDVREUHlamanifestacin meta-fsica o atributos de Dios, no es la que Rubem$OYHVSUHHUHeO WLHQHRWUDPDQHUDGHFRPSUHQGHUHOTXHKDFHU WHROy-gico. Supre-ocupacin es ms bien por el ser humano, su corporalidad (osujeticidad3+DEODUGH’LRVHVKDEODUVREUHHOVHUKXPDQR3RUHVRVXGLVFXUVRWHROyJLFRHVXQDPDQHUDLQGLUHFWDSRUGHFLUORDVtGHGLV-cursarsobre los deseos y sueos ms profundos de las personas4. EnXQDFUyQLFD$OYHVH[SUHVDVXUHFKD]R\IDVFLQDFLyQSRUODWHRORJtDFI37RPDPRVHVWHWpUPLQRGH-XQJ0R6XQJTXLHQORSUHHUHDQWHVTXHHOWpUPLQRVXE-MHWLYLGDGTXHDSDUWHGHHVWDUEDVWDQWHGHVJDVWDGRGLFHQRH[SUHVDUtDODLGHDGHODpotencialidaddel sujeto, quien se resiste a ser reducido a los roles sociales yconfor-marse con uno de ellos, y por ms que sea este un rolrevolucionario: el sujeto es au-sencia y trascendencia de todos losroles sociales, es siempre una posibilidad abierta, es esperanza,como el concepto: reino de Dios. En este sentido, hablar, porejemploGHOVXMHWRGHODKLVWRULDFRPRWDPELpQORKDFH*XVWDYR*XWLpUUH]HVKDEODUHQtrminosde una utopa.6XMHWRHVXQDH[SUHVLyQXWySLFDFI0R6XQJ4 (QHO3UHIiFLRDOD~OWLPDHGLFLyQGHVXREUDDogmatismo y tolerncia,Alves dice:3DUDPLPWXGRRTXHVHGL]GH’HXVVmRPHWiIRUDVSRpWLFDVTXHUHYHODPQmR’HXVPDVRVSHQVDPHQWRVGHTXHPIDOD>8VDPRVHOPpWRGRSDUHQWpWLFRSDUDcitar,en cuando a las obras de Alves, omitiremos el apellido, para noredundar, de-jando ao de publicacin del libro y la pgina. Losmismos que deben corroborarse DOQDOHQOD%[email protected]
  • 84 REFLEXUS – Ano VIII, n. 12, 2014/22005a: 101). Este detalle es importante para entender su posturateolgica que se mece en una disyuntiva que parece irresoluble: porun lado, la de ser poesa sobre el ser humano (fascinacin); y porotro, la de una prosa dogmtica que da lugar a inquisiciones(rechazo).Esta manera que Alves tiene de entender la teologa est presenteen todos sus trabajos (los dedicados ntegramente al tema de lareligin \ DTXHOODV TXH VH SXHGHQ HVWLPDU FRPR PiV OLWHUDULRV (VWRHV DVtporque el cuerpo de las personas es el que articula y tejelos discursos (el teolgico, el religioso, el literario, elsociolgico). Cuando queremos abordar el pensamiento teolgico deAlves, pareciera que no nos queda otro camino que adentrarnos a suconcepcin antropolgica o, mejor, corpocentrista5.No obstante, no hay que pensar que la teologa en Alves es poranto-nomasia antropologa. La teo-loga, concebida como discurso, nopuede agotar las dimensiones del ser humano, menos si ella pretendeser gestada por el habla de la sola razn y sin pasin. En efecto, laantropologa de Al-ves no reduce al ser humano para engrandecer a unDios omnipotente queHVWiSRUHQFLPDGHVXVFULDWXUDV\ODVGRPLQDFDSULFKRVD\DXWRULWDULD-mente.El ser humano es el punto de partida y de llegada en la teologa de$OYHV(OWHyORJREUDVLOHxRSUHHUHKDEODUGHOVHUKXPDQRFRQFUHWRFRQVHQWLPLHQWRVFXHUSRVPLHGRVFRQDQ]D2SDUDVHUPiVHVSHFtFRVWR-dava,opta por referirse a s mismo, como un ser de carne, hueso y sueos.Para Alves, cuando hablamos del otro en realidad hablamos denosotrosPLVPRV6HOHFXHVWLRQDDODORVRItDRDODWHRORJtDSRUKDEODUGHFRVDVuniversales,pero hacindolo desde un punto de vista particular y, por ello,UHODWLYR4XLHQHVFULEHWHRORJtDHVDOJXLHQFRQIH6LQHPEDUJR$OYHVUHV-pondede una manera concreta: reconoce que su habla es personal. Por esoKDSUHIHULGRDOQDOKDFHUSRHVtDOLWHUDWXUDDQWHVTXHFLHQFLDWHROyJLFD2HQFDUDUGHRWURPRGRHOTXHKDFHUWHROyJLFRFRPRXQSURFHVRUHH[LYR5$QWURSRORJtDHVXQWpUPLQRSURYLVLRQDOQRWLHQHTXHYHUDTXtQHFHVDULDPHQWHFRQHOcampode las ciencias humanas que lleva ese nombre, entindase tal vezcomodiscur-VRVREUHHOVHUKXPDQRXQKXPDQLVPRWHROyJLFR1LQJXQDFLHQFLDIRUPDOSXHGHDJRWDUHQXQDGHQLFLyQODVH[SUHVLRQHVGHOVHUKXPDQRODSURGXFFLRQHVFXOWXUDOHVdelas ms diversas ndoles. A veces tambin puede leerse la palabrarelacionndola FRQHOFRUSRFHQWULVPR -XVWDPHQWHHVODSUREOHPiWLFDTXHSODQWHD$OYHVFXDQGRconcibe su lenguaje teolgicocomo un lenguaje corporal, de los deseos y los sueos.
  • REFLEXUS – Revista de Teologia e Cincias das Religies 85+HPRVOOHJDGRDODFRQFOXVLyQGHTXHODPHMRUPDQHUDSDUDHQWHQ-der unateologa como la que Alves propone, es relacionndola hasta ciertopunto- con la poesa. Esto el telogo brasileo lo supo desde elco-PLHQ]RGHVXWUDEDMR’HDKtTXHKDFLHQGRHOMXHJRDORVFRPSDUWLPHQ-WRVTXHSURSRQHODHODERUDFLyQFLHQWtFDVXWHVLVGRFWRUDOVHSUHVWHLJXDOPHQWHSDUDHODQiOLVLVORVyFRDQWURSROyJLFRRKDVWDOLWHUDULR6.Lo mismo podemos decir de su libro: Dogmatismo e tolerncia (1982) oProtestantismo e represso (1979), que, desde un punto de vistaestricto,SXHGHQFRQVLGHUDUVHSURSLRVGHOFDPSRGHORVHVWXGLRVGHODUHOLJLyQperodesde otro, pueden ser ledos con un inters literario-lingstico.Baste decir que el segundo libro mencionado es una interpretacindel lenguaje (o del discurso) del Protestantismo de la RectaDoctrina en el Brasil. Ambos libros y en cierta medida tambin estnhechos de nos-talgias. Es decir: conformados con materiales muyserios, productos deLQYHVWLJDFLRQHVFLHQWtFDVHQHOiPELWRUHOLJLRVRSHURWDPELpQGHsau-dade.Esa unidad entre ciencia y pasin, que se intenta muchas vecesocultar en libros de ciencias de la religin o teologa, o darla comosi tal relacin fuese obvia, por lo que no amerita hablar de ello,resulta no ser obvia. Se trata, para empezar, en algo tan bsicocomo preguntarse desde66REUHVXWHVLVGRFWRUDO$OYHVGLFHTXHpOGHVHDTXHHOPLVPRVHDOHtGRSHQVDQGRQRSRHPDTXHSRGHULDWHUVLGRPDVQmRIRL%HPTXHTXLVVHUSRHPDPDVQmRVDELDFRPRHQHPSRGH6RVWHQHPRVTXHHOFDUiFWHUSRpWLFRGHODWHRORJtDAlvesest presente en sus obras. No necesariamente en la forma queadquirieron sus escritos: tesis acadmicas, sino en la perspectivadesde la cual se enfocan los temas. El poeta maneja y propone unaperspectiva del mundo que puede serconside-UDSRpWLFDDVtFRPR2FWDYLR3D]GHQHHOSDSHOGHODSRHVtDHQVXWHRUtDSRpWLFD(cf.1990). No son solamente las palabras, sino una manera de mirar, queproviene de un estilo de vivir. En el caso de Alves, los elementosdel cuerpo, la nostalgia, la liberacin humana, la reivindicacin delos sentidos, la creatividad, el juego y otros elementos ms, es loque dota a sus escritos de una voluntad potica. Aunque a simplevista no lo pareciera, tal y como los son: Cristianismo opio oliberacin? (la versin es castellano de su tesis) o Protestantismo erepresso(OSULPHUWH[WRHVXQWH[WRDFDGpPLFR\SRU HOORFRPRXQSRHPDTXHSRGHULD WHU VLGRPDVQmR IRL 43). Sin embargo, logra ennuestra perspectiva una actitud y voluntad potica. A pesar de queAlves dice que no lo fue, para nosotros logr ser un poema, aunqueso-terradamente. A modo de informacin, su tesis doctoral se titula:Towards a theology of liberation an exploration of the encounterbetween the languages of humanisticmessianism and messianic humanism, Alves la termin en 1968 (Th.D. en Princeton Theological Seminary). En portugus su tesis setradujo como: Da esperana (1987).
  • 86 REFLEXUS – Ano VIII, n. 12, 2014/2dnde se esta hablando o quin es el sujeto que est escondidodetrs de ese lenguaje objetivo que se pretende implantar como unhablar distin-tivo de la ciencia. Pero no es tan evidente reconoceresa voz subyacenteDOGLVFXUVRFLHQWtFR([SOLFLWDUODSXHGHVHUHVHQFLDOSDUDODSHUFHSFLyQepistemolgica7./RVWUDEDMRVSRVWHULRUHVDHVWRVTXHVRQH[SOtFLWDPHQWHOLWHUDULRVmuestranms inters por la esttica. Pero nada es absoluto en el pensa-mientode Rubem Alves. Sus ideas no gustan de los corrales de la cien-ciani da la mente; para entenderlo hay que librarse de ellos ydeambular un poco, volverse un nmada o un pjaro en relacin a laspesada rigi-dez del pensamiento analtico. Pensar no es bueno parael cuerpo, dir$OYHV\SXHGHPDQLIHVWDUORSRUH[SHULHQFLDSURSLDSXHVpODOPLVPRtiempo,bueno es repetirlo, ha sido un pensador analtico muy profundo\ULJXURVR/RVWUDEDMRVGHOWHyORJREUDVLOHxRUHHMDQDXQVHUKXPD-QR HQ FX\DFRQFLHQFLD FRQX\HQ SUHRFXSDFLRQHV UHOLJLRVDV SRpWLFDteolgicas,estticas, sociales, polticas, psicolgicas… por el humano. Alvesno se adhiere a ninguna escuela de pensamiento, a ningunareli-JLyQQLJUXSRSURIHVLRQDO+DFHXQFDPLQRSURSLR\VHJ~QTXLHUHLQp-dito8.Esto es importante para comprender el desafo que implica seguir suspropuestas.3DUDUHH[LRQDUVREUH’LRV$OYHVDOSDUHFHUVHLQVSLUDIXQGDPHQ-WDOPHQWHHQ/XGZLJ)HXHUEDFKSDUDTXLHQHOSUREOHPDGHDioses en el fondo un problema humano y donde la religin es un sueoVRFLDORHQ.DUO0DU[SDUDTXLHQODUHOLJLyQHVHOVXVSLUR73DUDHOFDVRGHODVRFLRORJtD3LHUUH%RXUGLHXGLFH(OORVXSRQHVRPHWHUDXQDREMHWL-vizacin crtica las condiciones espistemolgicas y sociales quehacen posible tantoHOUHWRUQRUHH[LYRVREUHODH[SHULHQFLDVXEMHWLYDGHOPXQGRVRFLDOFRPRODREMHWLYL-]DFLyQGHODVFRQGLFLRQHVREMHWLYDVGHHVDH[SHULHQFLD%RXUGLHX>@8(QXQDFUyQLFD$OYHVHVFULEH1XQFDFRQVHJXLSHUWHQHFHUDXPUHEDQKRIRVVHTXDOIRVVHRVHXQRPHLJUHMDFOXEHSDUWLGRHVFRODGHSHQVDPHQWRJUXSRSURVVLRQDOD
  • REFLEXUS – Revista de Teologia e Cincias das Religies 87GHODFULDWXUDRSULPLGD(OVHUKXPDQRSUR\HFWDVXVPiVDOWRVHtQWLPRVdeseosen Dios, quien se engrandece metafsicamente y humilla al ser humanosi este renuncia a su conciencia y capacidad para transformar elmundo.Como lo dijimos en otro trabajo9, hay dos fundamentos que sepue-den reconocer en el lenguaje teolgico de Alves, a partir de loscuales elWHyORJRH[SHULPHQWDODYLGD\WHMHVXGLVFXUVRWHROyJLFR(VWRIXQGDPHQ-tosson: el cuerpo y lanostalgiasaudadeVRQFHQWURVJHQHUDGRUHVGHYLGDGHSODFHUGHUHH[LyQ\SRUORWDQWRGHEHOOH]D(VHOWHPDDSDUWLUdelos cuales el telogo brasileo hace variaciones, como en la msica.3HURDODYH]WDPELpQVRQFRQFHSWRVSDUDODUHH[LyQWHROyJLFD\HVWpWLFD/DDUPDFLyQGHODYLGDEHOOH]DYDORUHV+DEODPRVGHDPRUGHHVSHUDQ]DGHIHGHSDQSDUDUHIHULUQRVDORVYDORUHV9DORUHVUHODFLRQDGRVtQWLPDPHQWHFRQXQDPHMRUYLGDFRQODDU-macinde la vida ntegra. Son estos valores los que guan al ser humano enla consecucin de sus mundos. No solo se trata de soar o imaginarmundos, sino de proyectar en el mundo concreto nuestros, s,valores.$OYHVH[SOLFDTXHORVYDORUHVVRQODIRUPDHQTXHHOGRORU\HOSOD-FHUVHDVXPHQHQXQFRQWH[WRFXOWXUDO6RQPHFDQLVPRVSDUDLQWHUSUHWDUelmundo, creados por grupos humanos en medio de su lucha por vivir.Algo tiene valor para un grupo cuando es indispensable para susupervi-vencia. Todo esfuerzo humano es una tentativa paratransformar valores en hechos histricos y sociales (1984:13-15)./DH[SHULHQFLDYDORUDWLYDHVXQDH[SHULHQFLDGHVHQWLGR6LHOPXQ-do tienesentido es porque hay una armona entre lo objetivo y losub-jetivo10. Todas las herramientas y los medios (concretos o no)que el ser9 Tancara 2007: 189-230.10$OUHVSHFWR3LHUUH%RXUGLHXGLFH/DVRFLRORJtDVXSRQHSRUVXH[LVWHQFLDPLVPDODVXSHUDFLyQ GH OD RSRVLFLyQFWLFLD TXH VXEMHWLYLVWDV \ REMHWLYLVWDVKDFHQVXUJLUDUELWUDULDPHQWH6LODVRFLRORJtDFRPRFLHQFLDREMHWLYDHVSRVLEOHHVSRUTXHH[LVWHQUHODFLRQHVH[WHULRUHV QHFHVDULDV LQGHSHQGLHQWHV GH ODV YROXQWDGHV LQGLYLGXDOHV\VLVHTXLHUHLQFRQVFLHQWHVHQHOVHQWLGRGHTXHQRVHUHYHODQSRUODVLPSOHUHH-[LyQTXHVyORSXHGHQVHUFDSWDGDVSRUPHGLRGHOVXEWHUIXJLRGHODREVHUYDFLyQ\OD
  • 88 REFLEXUS – Ano VIII, n. 12, 2014/2humano produce son para construir o expresar sus valores. Poreso, HMHPSOLFD$OYHVTXHHOFRPSOHWRQDWXUDOLVPRGHOKXPDQRHVHOFRP-pletohumanismo de la naturaleza (1984: 177).La actividad humana no busca solo la preservacin de la vida sinoWDPELpQVXH[SUHVLyQvivir con placer. Por eso, la actividad humana nopuede ser considerada nicamente desde un punto de vista econmico(1984: 177)11.H[SHULPHQWDFLyQREMHWLYDV’LFKRGHRWURPRGRSXHVWRTXHORVVXMHWRVQRJXDUGDQWRGDODVLJQLFDFLyQGHVXVFRPSRUWDPLHQWRVFRPRXQGDWRLQPHGLDWRGHODFRQFLHQ-ciay que sus conductas encierran siempre ms sentido del que puedenconocer yque-UHUODVRFLRORJtDQRSXHGHVHUXQDFLHQFLDSXUDPHQWHUHH[LYDTXHDFFHGHDODFHU-WH]DDEVROXWDVyORSRUHOUHWRUQRVREUHODH[SHULHQFLDVXEMHWLYD\SXHGHFRQVWLWXLUVHporello mismo, como una ciencia objetiva de lo objetivo (y de losubjetivo), es decir,FRPRXQDFLHQFLDH[SHULPHQWDOVLHQGRODH[SHULHQFLDFRPRGLFH&ODXGH%HUQDUGOD~QLFDPHGLDFLyQHQWUHORREMHWLYR\ORVXEMHWLYR%RXUGLHX>@/DREMHWLYLGDGVHLQWHULRUL]D/RVWUHVPRPHQWRVGHOSURFHVRFLHQWtFRVRQSRUORWDQWRLQVHSDUDEOHVORYLYLGRLQPHGLDWRFDSWDGRDWUDYpVGHH[SUHVLRQHVTXHYHODQHOVHQWLGRREMHWLYRDOPLVPRWLHPSRTXHORGHVYHODQUHPLWHDODQiOLVLVGHODVVLJQLFD-FLRQHVREMHWLYDV\GHODVFRQGLFLRQHVVRFLDOHVGHSRVLELOLGDGGHHVDVVLJQLFDFLRQHV\HVWHDQiOLVLVDSHODDODFRQVWUXFFLyQGHODUHODFLyQHQWUHORVDJHQWHV\ODVLJQL-FDFLyQREMHWLYD GH VXV FRQGXFWDV %RXUGLHX >@ /D WHRUtDVRFLDODVtGHEHSRVLELOLWDU ODH[WHULRUL]DFLyQGH OD LQWHULRULGDG\ ODLQWHULRUL]DFLyQGHODH[WHULRULGDGRVLVWHPDGHGLVSRVLFLRQHV>@(QXQDSDODEUDHQWDQWRprincipiode una praxis estructurada pero no estructural, el hbito,interiorizacin deODH[WHULRULGDGHQFLHUUDODUD]yQGHWRGDREMHWLYDFLyQGHODVXEMHWLYLGDG%RXUGLHX>@%RXUGLHXGHQHDVtGHDFXHUGRDVXVLQYHVWLJDFLRQHVHPStULFDVelconcepto de habitus, donde precisamente desaparece la dicotoma:objetividad vs subjetividad. Alves es sus escritos lo que de hechonos devela es su propio habitus en el campo de la teologa en AmricaLatina. l apuesta por un sector un poco ignorado por los discursosms polticos (teologa de la liberacin) o ms conservadores y en favorde mantener el status quo; apuesta por un lenguaje esttico, muyligado, comoYHQLPRVGLFLHQGRDODUHH[LyQGHOTXHKDFHUWHROyJLFRPLVPRSDUHFLGRHQFLHUWDmedidacomo lo hizo Bourdieu para el caso de la sociologa, llegando aestudiar in-cluso elhabitusGHORVPLVPRVFLHQWtFRV\GHpOPLVPR$XQTXH$OYHVHVXQKRPEUHms de fe,un poeta; y hay que tomar esto en cuenta para leer susescritos.112KRPHPQmRYLYHVyGHSmRPXLWRHPERUDQmRYLYDVHPHOH2PXQGRQRYRVyVHUiPDLVKXPDQRQDPHGLGDHPTXHIRUH[SUHVVLYRGDVDVSLUDo}HVHYDORUHVTXHVHJHUDPHVHGHVHQYROYHPPXLWDVYH]HVLQFRVFLHQWHPHQWHDSDUWLUGHH[SHULrQFLDTXHRKRPHPFRQFUHWRKRPHPFRUSRWHPGRVHXPXQGR(QRWUDSDUWHAlvesdice que el ser humano tambin precisa de la belleza, del misterio,del mstico sentimiento de armona con la naturaleza de donde nacemosy para la cual volvere-mos (cf. 1992: 60).
  • REFLEXUS – Revista de Teologia e Cincias das Religies 89Las personas envuelven sus organismos con smbolos y valores. Vanms all de su organismo en busca de cosas importantes para ellas.Pero ir ms all del organismo tambin se puede convertir -dado elcaso- en negacin del cuerpo concreto, en un suicido (cf. 1984: 161,162). En efecto, para nosotros el ser humano crea rdenes socialesdonde el valor ms importante no es su cuerpo, sino las cosas queproduce: las mercan-cas; el sistema que reproduce (fetichismo, ticafuncional). Por eso para Alves HOYDORUPiVDOWRWLHQHTXHVHUODYLGDmisma, a partir de ella se MX]JDQ WRGRVORVGHPiVSULQFLSLRV1mRH[LVWHYDORUDOJXPPDLVDOWRTXHDYLGDSRLVDYLGDpVHPSUHXPPHPVLPHVPDHQXQFDXPVLP-SOHVPHLRSDUDDOJRDOpPGHOD7RGDVDVH[SUHVV}HVGDDWLYLGDGHKXPDQDdasmais triviais s mais fantsticas, so produtos de um ser de carne eRVVRVXPFRUSRTXHOXWDSDUDSHUPDQHFHUYLYRLa vida es para servivida\QRXQVLPSOHPHGLR’HQWURGHODOyJLFDGHODYLGDODYLGDPLVPDHVHO~QLFRDEVROXWRD179)12.La productividad y consumo solo tienen sentido como parte de unaestructura de principios mayores que los antecede y que les da unaVLJQLFDFLyQKXPDQDORVYDORUHVGHOFXHUSR&XDQGR$OYHVVHUHHUHDOFXHUSRQROROLPLWDDVXGLPHQVLyQELROyJLFDVRODPHQWHVLQRWDPELpQSRpWLFDHVWpWLFDODYLGDHVXQSRHPDHQRUPHH[SORVLyQGHJHV-tosy sentidos esparcidos por el espacio13.12 Segn Alves, los utensilios que el ser humano crea para s, suarte, valores, su maneraHVSHFLFDGHVHQWLUHOWLHPSR\ODYLGDVXVH[SHFWDWLYDV\DVSLUDFLRQHVVXVPHPRULDVymitos, sus creencias religiosas, su lenguaje, sus ideologas yciencia, y todo lo de-ms que se pueda catalogar como habiendo sidocreado por el ser humano nacieron de su lucha por la supervivenciay fueron por l producidos como herramientas que le ayudan apermanecer vivo (1984: 171).13 Antes que una teora del cuerpo elaborada de modo abstracto,en Alves se trata de hablar del propio cuerpo, de los cuerpos conquienes uno se abraza y comparteco-VDVDOLPHQWRVORVVHQWLPLHQWRVHVWpWLFRV+HPRVFLWDGRDOVRFLyORJRIUDQFpV3LHUUHBourdieu,en su teora del habitusHOWHPDGHOFXHUSRHVFUXFLDOpOKDEODGHhexiscorporal. Veamos en qu consiste y as enriquecemos la lectura delcuerpo enRu-EHP$OYHV(VFULEH%RXUGLHX/DKH[LVFRUSRUDOHVODPLWRORJtDSROtWLFDUHDOL]DGDincorporada,vuelta disposicin permanente, manera perdurable de estar, dehablar, de caminar, y, por ende, de sentir y de pensar. La oposicinentre lo masculino y lo femenino se realiza en la manera de estar,de llevar el cuerpo, de comportarse bajoODIRUPDGHODRSRVLFLyQHQWUHORUHFWR\ORFXUYRRORFXUYDGRHQWUHODUPH]DODrectitud,la franqueza (quien mira de frente y hace frente y quien lleva sumirada o
  • 90 REFLEXUS – Ano VIII, n. 12, 2014/26LKDEODPRVVRORGHSODFHUVHSRGUtDFRQIXQGLUFRQSODFHUHVPH]-quinos, opeor, con el placer por la muerte: somos, dice Alves, los nicosVHUHVHQWDQWRHVSHFLHTXHVLHQWHQSODFHUDOWRUWXUDUDVXVVHPHMDQWHV(1982b:61). De tal forma que, en nuestra interpretacin del pensamientoesttico de Alves, placer y supervivencia van juntos, esttica y ticade la vidaQRVHSXHGHQSRQHUSRUVHSDUDGRQLXQRHVVXFLHQWHHQVtPLV-mo parael desenvolvimiento de la vida humana (cf. 1984: 179, 180).1RREVWDQWHKD\TXHVHxDODUTXHODDUPDFLyQGHOVHUKXPDQRFRPRXQVXMHWRYLYLHQWH)UDQ]+LQNHODPPHUWHVDQWHULRUDODpWLFDSXHVVLQVHUKXPDQRYLYRTXHVHDUPHFRPRYLYLHQWHQRKD\pWLFD\ODSURSLDrealidadse desvanece. En ese sentido, se puede decir que se trata de unaDUPDFLyQSULPHUDPHQWHHVWpWLFDODGHOFXHUSRCuando se privilegia solo la tica, entendida como normas, se caeen ODVDOYDFLyQSRUORVREUDV’HYHUHVVmRVHPSUHFKDWRV>[email protected] se vuelvemedio, la vida misma, para un deber hacer, cuando estoVHDSOLFDDODFRQVWUXFFLyQGHXQIXWXURDEVROXWRHOSURJUHVRODVFRQ-VHFXHQFLDVVXJLHUH$OYHVVRQFDWDVWUyFDVSDUDGHIHQGHUODGHPRFUDFLDseapoyan las dictaduras; en nombre de la vida se construyen arsenalesde muerte; para proteger la libertad se hacen crceles y cmaras detor-tura (1983: 72).No se puede contratar a los lobos para proteger los corderos, nose puede invocar la muerte para proteger la vida (1983: 73). LapolticaVXVJROSHVGHUHFKRDOREMHWLYR\GHORWURODGRODGLVFUHFLyQODUHVHUYDODGRFLOLGDG%RXUGLHX>@(OFXHUSRFUHHHQDTXHOORDORTXHMXHJDOORUDVLLPLWDlatristeza. No representa aquello a lo que juega, no memoriza elpasado, acta el pasado, anulado as en cuanto a tal, lo revive. Loque se ha aprendido con el cuerpo no es algo que uno tiene, como unsaber que se puede sostener ante s, sino algo queXQRHV>@/DKH[LVFRUSRUDOOHKDEODGHPDQHUDGLUHFWDDODPR-trocidad, comoesquema postural que es al mismo tiempo singular y sistemtico, estoHVVROLGDULRFRQWRGRXQVLVWHPDGHREMHWRV\FDUJDGRFRQXQDPXOWLWXGGHVLJQLFD-cionesy de valores sociales. Pero, que los esquemas puedan pasar de laprctica a laSUiFWLFDVLQSDVDUSRUHOGLVFXUVR\SRUODFRQFLHQFLDQRVLJQLFDTXHODDGTXLVLFLyQGHOKDELWXVVHUHGX]FDDXQDSUHQGL]DMHPHFiQLFRSRUHQVD\R\HUURU>@119).Se trata de un proceso de incorporacin, no solo de comida, sino desmbolos, manera de ser, de sentir, de las cuales muchas veces unoes inconsciente: estn en el cuerpo mismo. El sentido que damos almundo, a las personas que nos rodean, tiene mucho que ver con elcuerpo. As, como se dijo, no hay una separacin entre subje-tividady objetividad.
  • REFLEXUS – Revista de Teologia e Cincias das Religies 91SLHQVDTXHORVPHGLRVVRQVHSDUDGRVGHORVQHVSHURORVPHGLRVVRQORVQHVHQVtPLVPRV\VXWULXQIRLPSOLFDVLHPSUHODOLTXLGDFLyQGHORVQHVDORVTXHGHLQLFLRVHSURFODPDEDVHUYLU(OWRGRHOSRGHUVHDGDGRDODPRUVHWUDQVIRUPDHQWRGRHODPRUVHDGDGRDOSRGHU14.El poder del amor, en cambio, es la poltica de la belleza. Lasper-VRQDVQDFHQRWUDYH]\ORVGHVLHUWRVVHOOHQDQGHRUHV/DVFRVDVVHWUDQVJXUDQ\OOHJDQDVHUWUDQVSDUHQWHV/DVFRVDVYLHMDVuobjetos arrojados (re)aparecen bellos. Esto no sucede por obra delco-nocimiento, pues este no podra operar el milagro, sino por laposesinHVWpWLFDWKDWNQRZOHGJHDQGLQWHOOLJHQFHDUHQRWKLQJEXWDVKDGRZRIEHDXW\4XLHQHVSRVHtGRHVWUDQVIRUPDGRHQXQDQXHYDcriatura.El poder que reprime se asusta ante el poder del amor, de labelleza, de la palabra potica; no sabe obrar hermosura ni tampocopue-de reprimirla. No se puede, dice Alves, reprimir al viento: lagracia, la palabra potica son salvajes e indomables (1990:119)15.El guerrero lucha contra el poder porque ha sido posedo por label-leza, ha odo las voces del poeta y el profeta (un poeta puedeser tambin un profeta). El guerrero es un visionario, mira con ojosestticos: con un ojo ve la oscuridad y el dolor, pero con el otro,contempla la luz y lafelicidad16(OJXHUUHURHVXQFXHUSRTXHYXHODFRPRXQDHFKDHQWUDQGRalfuturo, impulsada por el maravilloso arco del amor (1990: 120).La belleza viene del cuerpo del artista, de su soledad, esto escomo decir que viene por gracia y no es dependiente, como lapoltica, de la opinin pblica o del sistema vigente. Esta idea daRubem Alves cuando14 El amor al poder solo produce dolor y muerte, el poder sinamor es diablico: hayXQGHPRQLRHQHOUHDOLVPRSROtWLFRODVDOWDVH[SUHVLRQHVGHORUGHQSROtWLFRQRVRQotracosa que el triunfo del poder sobre el amor (1990: 109). Adems, enel amor al poder las personas se conviertes en cosas manipuladaspor quienes tienen el poder. Forzadas a olvidar sus sueos, ellasperecen (1990: 116).15 La palabra potica es una palabra de comunin, surge desde lacomunidad, desde abajo, y regresa a ella mostrndole que este mundovigente es feo y niega la vida. La palabra potica es revolucionariapor naturaleza, por eso el poder quiere eliminar o domesticar a lospoetas. El poeta espera a quien tiene la belleza en su corazn y elpoder en sus manos: poder-gracia, para obrar maravillas -como lohizo Jess de Nazaret y tantos otros y tantas otras (cf. 1990: 113,115).16 Tenemos dos ojos con uno vemos las cosas que acontecen en eltiempo irreversible, que pasan y jams vuelven (tiempo de lamuerte); con el otro las cosas eternas, la belleza, los sueos(2005a: 135).
  • 92 REFLEXUS – Ano VIII, n. 12, 2014/2KDEOD GH ODV REUDV GH DUWH DUPDTXH HOODV QR VRQ SURGXFLGDVGHPR-crticamente, sino crecen silenciosas dentro del cuerpo delartista (1990: 113)17, para decir que no le debe nada a nadie,ningn favor poltico, nadie puede reclamar legitimidad a nombre deellas, ni monopolizar nada; ni el sufrimiento ni la victoria. Soncomo las palabras en el cuerpo del telogo, ellas viene por purodon. El poder aqu es efmero porque es gracia, no puede serinstitucionalizado como partido, Estado, iglesia, ms bien tomaforma visible como una persona, conmovida por el poder de hacercosas bonitas. Efmera coincidencia entre el amor y el poder (1990:115-116).El poder debe convertirse en belleza si no quiere convertirse enfeal-GDG3DUDH[SUHVDUHVWDLGHD$OYHVFLWDD1LHW]VFKHHOOHyQUHYROXFLRQDULRtieneque preparar el cuarto para el nio. Aqu radica el poder del amor,GH OD EHOOH]D OD DUPDFLyQ HVWpWLFDGH OD YLGD FRQWUD ORV GHVDItRVGHOdolor y la muerte (Nietzsche al comenzar su obra: As hablZaratustra).El desafo del dolor y la muerteArgumentar sobre la vida no puede dejar de lado el tema de lamuer-te. La muerte en s misma no tiene ningn sentido, de tal formaque ha-blamos de ella por necesidad de hablar de la vida. SegnAlves, damos sentido a la muerte desde la vida, pues, buenasrazones para morir son buenas razones para vivir18.+D\XQDPXHUWHTXHYLYHHQHODOPDGHORVVHUHVKXPDQRVODPLVPDTXHGHVWUX\HXQDRURPDWDQLxRV(QQXHVWUDRSLQLyQHVWRHVIHDOGDGGHVJXUDFLyQXQVLQVHQWLGRDEVROXWRQDGDWLHQHTXHYHUFRQODtragedia,solo es un absurdo, un asesinato crudo y burdo. Nada podemos decir,tal accin produce repugnancia y un rechazo absoluto.$OYHV DUPD TXH ODPXHUWH WLHQH GRV ODGRV XQD ItVLFD HQ HVWRtodasse parecen; la otra son las palabras que decimos unos a otros17 El artista vive en un mundo especial en el centro, el cual essu propio cuerpo. Es unHVSHMRTXHUHHMDHOXQLYHUVR3HURHODUWLVWDVDEHTXHHVWRHVVRORXQVXHxRTXHHVpOsolamentequien siente y ve esto, est rodeado de gran soledad (1990:113).18$VtODPXHUWHGHORVYLHMRVSRUHMHPSORpWULVWHPDVQmRpWUiJLFDeFRPRRDFRUGHQDOXPDVRQDWDSHURODPXHUWHGHOKLMRHVPXWLODFLyQFXDQGRXQQLxRHQIHUPROXFKDcontrala muerte nada ms vale en el mundo, y el amor se vuelve tragedia(1992: 118)
  • REFLEXUS – Revista de Teologia e Cincias das Religies 93delante de ella. Aqu se encuentra la diferencia. La distincin lahacen los poemas por medio de los cuales la vida traba la batallacontra la muerte (1992: 126, 127).La lucha contra la muerte es una batalla solitaria, es unacontienda QDOTXHVHUHYLVWHGHEHOOH]DSRUTXHHVODYLGDODTXHUHVLVWH119).La muerte es como una maestra, puesto que frente a su amenaza, lavida tienen un chance (cf. 1992: 27-29). Cuando la lucha estper-dida, vienen los poemas y los abrazos del consuelo (1992: 126,127)19.3RUTXpSRHPDV»3RUTXHODSRHVtDSHUWHQHFHDOFOLPDGHODYHUGDG\ODPXHUWH HVXQDYHUGDG/DV SDODEUDV TXH VH SURSUHHUHQ IUHQWH Dla muerte siempreestn tocadas por la poesa, adquieren un sabor y un color trgico,sincero, triste; el color de la belleza que reviste lo terrible:cuando el dolor se torna mgica y contradictoriamente bello, SLHUGHVX FDSDFLGDG GH GHVWUXLUQRV HV XQD WUDQVJXUDFLyQFRPRXQPRGRGHDJXDQWHRSRGHPRVGHFLUKR\UHVLOLHQFLDFI 2005a: 133)20.Frente a la absoluta impotencia nos queda la belleza, no solocomo XQ~OWLPRVXVSLURGHYLGDVLQRFRPRVXH[WHQVLyQ\H[SUHVLyQLQWHQVD(cf.1992: 126). La vida recomienza siempre, aunque no estemos paraYHUVXYLFWRULDGHQLWLYDFRPRHOPDUGLFH$OYHVTXHHVWiSRUVLJORVahmecindose. Tambin se puede pensar en el pueblo, donde renace, una yotra vez, la esperanza (cf. 2005a: 78, 80, 81).La belleza nace de la unin entre la vida y la muerte; la alegray la tristeza (1990: 132). La muerte apaga la vida, la vida producebelleza, la belleza trasciende la muerte. Segn Alves, el coraznhumano lleg a serXQDEDWDOODHQWUH’LRV\HO’LDEOR(OGLDEORR([DPLQDGRUWHVDQXHVWUDVvidascomo una cuerda de guitarra, lo tesa hasta el lmite. El Diablo noTXLHUHWRFDUPHORGtDVFRQQRVRWURVVLQRGHVDQDUQRV\URPSHUQRV3HURdenosotros sale melodas que resisten a la muerte. Dios apuesta a queel Eros triunfar, el Diablo apuesta por la muerte. El ser humanovive dice Alves tesado por la muerte. Pese a ello, la tensinejercida puede ser convertida en msica (1990: 133, 134).19 Muchas veces, estos abrazos se transforman en espectculo, enpornografa, los mu-chos ojos contemplan como espectculo aquello quese vive con pasin (1992: 127).20 El mismo Alves cuenta historias para transformar el dolor enbelleza (cf. 2005a: 134).
  • 94 REFLEXUS – Ano VIII, n. 12, 2014/2La muerte no tiene sentido, lo que s lo tiene es el amor, laespe-ranza: pese a las amenazas de muerte la vida triunfar (1997:48-51): ,QVLGHRXUHVKDQGPL[HGZLWKWKHQRLVHVRI’HDWKWKHUHLVZULWWHQDQLQGHOLEOHVWRU\RIEHDXW\$QGHYHQZLWKRXWNQRZLQJZHNQRZWKDWZHDUH GHVWLQHG WR WKLV KDSSLQHVV WKH 3ULQFHPXVWPHHW WKH6OHHSLQJ%HDXW\(VODH[SHULHQFLDGHOREHOORORTXHDOQDOTXHGDORTXHWDPELpQOHGDFRQDQ]DD$OYHVHQHOWULXQIRGHODYLGD\ORVYDORUHVligadosa ella.La experiencia, un dato/DH[SHULHQFLDHVWpWLFDRFXUUHHQODUHODFLyQDUPyQLFDHQWUHHOVXMH-to yel objeto (la obra de arte). Lo bello no es propiedad solo delobjeto21 ni solo del sujeto, sino una manera de ser en relacin almundo. Lo belloQRHVXQREMHWRHQVtQLXQVXMHWRHQVtPiVXQDUHODFLyQTXHORXQLFDHQXQp[WDVLVPtVWLFRE1RHVSURSLHGDGGHOREMHWRQLXQDFRQ-GLFLyQGHOVXMHWRDQWHVELHQHVXQDPDQHUDGHH[SHULPHQWDUODUHODFLyQVXMHWRREMHWR\ VXMHWRVXMHWR 2EHOR SHUPDQHFH FRPRR IXQGDPHQWRemocional de ondesurge a linguagem, mas no pode nunca ser objeto,QHVWDPHVPDOLQJXDJHPE6LJXLHQGRHVWDPLVPDLGHDSiJL-QDVPiVDWUiVGHOOLEURFLWDGR$OYHVHVFULEH$FRQVFLrQFLDVyVHQWHRbeloquando tocada por algo que lhe vem de fora. O prazer esttico umaresposta emocional de um sujeito a um objeto. O belo no seencontra, assim, nem no sujeito e nem no objeto, mas no momento emque adi-FRWRPLDTXHRVVHSDUDYDGHGLVVROYH1Rp[WDVHHVWpWLFRVXMHLWRHREMHWRVHXQLFDPQXPDPHVPDHVWUXWXUDVLJQLFDWLYDE/REHOORH[SHULHQFLDGHHQFXHQWURFRPXQLFDFLyQLQWHUFDPELRHQWUHHO VXMHWR\el objeto. Ms an desaparece esa separacinentre el sujeto y el objeto recordemos la cita de Pierre Bourdieu,ms atrs. Alves por su ladoGLFH>@0HXHXHQFRQWURXDLQGDTXHQXPPRPHQWRIXJD]XPREMH-to quecorresponde sua busca. Imerso no cotidiano, defronto-me com umarealidade cruel, grotesca e enfadonha, impossvel de ser amada.Ali21 Si lo bello fuera una propiedad fsica del objeto todossentiramos el objeto de mane-ra idntica (1975b: 57).
  • REFLEXUS – Revista de Teologia e Cincias das Religies 95VLQWRPH LQFRPSOHWR ([LODGR 1XPD SULVmR 1D H[SHULrQFLD HVWpWLFDentretanto, ainda que por breves momentos, todas estas limitaesforam abolidas. Sou envolvido por um objeto, e eu o envolvo. Eu omundo so-mos um. Revela-se o Espritu: esta sntese imprevisvel emilagrosa que nos surpreende, dissolvendo as tenses da rutinasocial, e recuperando aXQLGDGHSDUDGLVtDFDSHUGLGD(VWDpDUD]mRSRUTXHDH[SHULrQFLDHVWpWLFDcontinuaa fascinar o homem, num mundo que mede todas as coisas enWHUPRVGHSURGXomRE(QODH[SHULHQFLDHVWpWLFDTXHGDDEROL-do ese abismoque nos separa (del mundo o de nosotros mismos). Somos uno otravez, recuperamos milagrosamente nuestra completud, el parasoperdido, dejamos de ser solo actores, somos personas22. El mundotiene sentido y trascendemos las necesidades inmediatas de la viday el sentido GHODDFFLyQe[WDVLVfuera de), suspensin de la vidacotidiana, delWLHPSRGHOSUHVHQWH6LQGHMDUGHHVWDUDFiHVWDPRVDOOi2FRWLGLDQRpcolocadoentre parnteses e suspenso. Suas regras so abolidas. Por um momentoo princpio do prazer coloca diante de ns a sua criao que nosenvolve carinhosamente. O mundo real parou. Desfez-se. Do seuventre estril surge uma nova realidade com que nos embriagamosmis-WLFDPHQWHE([SHULPHQWDPRVXQSDUpQWHVLVVHQWLPRVTXHODVreglas quenos regan ya no nos controlan, el principio de placer pareceWULXQIDUQDOPHQWH\VXFUHDFLyQQRVHQYXHOYHFRQWHUQXUD9LYLPRVRWUDrealidad,lo real no es real hay otra que brota, sorprendentemente, del mismomundo que pareca estril (de la muerte).Transcribimos una cita que Alves toma de Octavio Paz y quepoti-FDPHQWHQRVpVLVHSRGUtDGHRWURPRGRQRVGDXQDLGHDGHHVWDH[SH-ULHQFLDPtVWLFD0iVTXHQDGDVHWUDWDGHXQDLQYLWDFLyQDODH[SHULHQFLDesttica,como dijimos, se trata de un testimonio de un poeta:Todos os dias atrvessamos a mesma rua ou o mesmo jardim; to-dasas tardes nossos olhos batem no mesmo muro avermelhado feito detijolos e tempo urbano. De repente, num dia qualquer, a rua d paraum outro mundo, o jardim acaba de nascer, o muro fatigado se cobreGHVLJQRV1XQFDRVWtQKDPRVYLVWRHDJRUDFDPRVHVSDQWDGRVSRU22$DUWHGRDPRUFRPRDH[FXomRGRDUWLVWDHVWmROLJDGRVDXPDEDQGRQRFRQDQWHDRVQtYHLVQmRFRQVFLHQWHVGDSHUVRQDOLGDGHE
  • 96 REFLEXUS – Ano VIII, n. 12, 2014/2eles serem assim: tanto e to esmagadoramente reais. No, isso queestamos vendo pela primeira vez, j havamos visto antes. Em algumlugar, onde nunca estivemos, j estavam o muro, a rua, o jardim. Esurpresa segue-se a nostalgia. Parece que recordamos e quereramosvoltar para l, para esse lugar onde as coisas so sempre assim,banha-das por uma luz antiqussima e ao mesmo tempo acabada denascer. Ns tambm somos de l. Um sopro nos golpeia a fronte. Estamosencantados Adivinamos que somos de um outro mundo. [Octavio Paz](citado y traducido por Alves 2004: 139)23/D H[SHULHQFLD HVWpWLFD HVWi OLJDGD D OD GH QRVWDOJLD saudadeEnambos casos se suspende el principio de realidad. Es un momento desublimacin de corta duracin, pero que permanece:2r[WDVHHVWpWLFRFRPRRO~GLFRpXPDsuspenso provisria do princpio darealidade. Trata-se de parnteses que o cotidiano abre dentro de si,para permitir que o homem desfrute dos impul-sos erticos quepermanecem reprimidos no dia-a-dia. Momentos de sublimao: ocorremem meio da realidade social, e por oferecerFDQDLVGHH[SUHVVmRSDUDDOLELGRFRPHODLUUHFRQFLOLDGDFRQWULEXHPpara asua manuteno. Acabada a msica, terminado o brinquedo,DFRUGDPRVGRVRQKR%DL[DPRVGRPXQGRPiJLFRGDLPDJLQDomRHretornamos aosduros fatos do grotescos, dos papis que asumimos, da hipocrisia, dacoero social e do medo. Este o mundo real. A ele pertenecemos, ecom nossas mos contribumos para a sua preservao. (1975b: 60)/DH[SHULHQFLDHVWpWLFDFRPRUHLYLQGLFDFLyQGHOSODFHUVHUHODFLRQDenAlves al mismo sentimiento ldico que dice jugamos a hacer decuen-tas, hagamos de cuentas que nuestro mundo se detiene y surgeotro, por el lenguaje, el pensamiento, los ojos, los sentimientos(1996: 94)./D H[SHULHQFLD HVWpWLFD WDPELpQ VH OR SHUFLEH HQ OD YLYHQFLDUHOL-JLRVD$OYHV KDEOD GH OD HVWpWLFD MXVWDPHQWH FXDQGR UHH[LRQDVREUHOD H[SHULHQFLD UHOLJLRVD SULPRUGLDO (VWD HV XQD H[SHULHQFLDDQWH WRGR23 $OYHVFLWDHVWDIUDVHGH3D]HQRWURVOLEURVSHFIWLHQHPXFKRVLJQLFD-dopara l y para lo que quiere proponer con su lenguaje poticoteolgico.Especial-PHQWHSDUDHOWHPDGHODsaudade(VWHWUR]RFLWDGRDSDUHFHHQ3D]
  • REFLEXUS – Revista de Teologia e Cincias das Religies 97emocional24TXHEXVFDTXHHOPXQGR\HOXQLYHUVRHQWHURVHDH[SUHVLyQGHOSULQFLSLRGHSODFHU1DH[SHULrQFLDUHOLJLRVDSULPRUGLDOH[SUHVVDVHalgoque pensamos ser a mais profunda aspirao do Ego: que o mundoWRGRVHMDXPDH[SUHVVmRGRSULQFtSLRGRSUD]HU2XQLYHUVRLQWHLURWHPGHVHUXPREMHWRGRDPRUDPDLVDPELFLRVDREUDHVWpWLFDDH[SHULrQFLDO~GLFDPDLVXQLYHUVDOE(QWHQGHPRVTXH OD H[WHQVLyQDPRURVD WUDVFHQGHQFLDGHO FXHUSRhaciael mundo y el universo es una obra de arte. Una obra de arte es unobjeto de amor. El mismo discurso teolgico puede ser entendido comoXQD REUD GH DUWH SXHVWR TXH VXV FRQWHQLGRV TXH UHHUHQ DLPiJHQHVinvisibles y eternas, son captados por la imaginacinartstica y vuelto pintura, escultura, pieza musical, arquitectura opoema (1981: 14). Tam-bin la teologa creemos puede ser consideradaen algunos casos un objeto de amor y de los deseos./DREUDGHDUWH\ODFXOWXUDFRPRSURGXFWRQDOVHH[SOLFDQVLVHpresupone elvuelo utpico de la imaginacin. En el arte la imaginacin se tornaobjetiva, objetivacin de la imaginacin es el arte y la culturaFRPRTXHUtD+HJHO25.Nuestro autor cuestiona que la belleza sea reducida solo acontem-placin (como postulaban los griegos). La contemplacin esnecesaria SHUR QR SXHGH VHU DEVROXWD 6ROR FRQWHPSODFLyQ VLJQLFD TXHDFHSWD-mos las cosas como son y renunciamos al cambio. No solomirar con buenos ojos, sino tambin crear con las palabras y lasmanos. Las cosasLQVLJQLFDQWHVVHYXHOYHQDUWHSXHVHOFRUD]yQYDKDFLHQGRGHQWUR ORque lasmanos van haciendo afuera (2005a: 45). A nuestro entender, losproyectos de la modernidad o la industria, en un comienzo, antes deque comenzaran a destruir la naturaleza y al mismo ser humano deforma descontrolada, fueron consecuencia de una esttica creadora ytransfor-madora (cf. 1981: 135-137).24$HPRomRTXHFRQVWLWXLRFDPSRLQYLVtYHOGDUHDOLGDGHHVWpWLFDTXHIRLDSUpFRQ-diopara a ocorrncia do evento ldico, de igual forma constitui amaneira de ser do homem em relao ao mundo. E esta realidadeinvisvel, inefvel, misteriosa, TXH VH H[SUHVVD QD H[SHULrQFLDUHOLJLRVD H TXH GHVDMHLWDGDPHQWH VH UHYHODUi HVH HVFRQGHUi QRVVtPERORV TXH D LPDJLQDomR LUi FULDU SDUD FRPXQLFDUVH (1975b:102)25 &I*:)ULHGULFK+HJHOLecciones sobre esttica (2003[1874]).
  • 98 REFLEXUS – Ano VIII, n. 12, 2014/2En contra de una esttica de la sola contemplacin, Alves sostieneTXHODFRQWHPSODFLyQGHODEHOOH]DGHO6HUQRHVDOJRTXHORVGHUURWDGRVquierany puedan hacer. Para los esclavos ver es doloroso. Los ojos secierran para no ver, para llorar, sin encontrar lugar alguno pararefugiarse.(VWRUHODWLYL]DODH[SHULHQFLDHVWpWLFDHOPLUDUGHTXLHQVXIUH\OORUDQRHVHOPLVPRTXHHOGHOYLFWRULRVRGHOJDQDGRUFI+D\SHUVRQDVTXHQRWLHQHQSRGHUHQODVPDQRVSDUDKDFHUHOIXWX-ro. A ellasles resta, muchas veces, la palabra: por eso la belleza de losSRHPDV/DVSDODEUDVQRVRQH[WHQVLRQHVGHORVRMRVTXHUHFRJHDFRJHacariciaaquello que la naturaleza gener, sin crear nada) ni de las manosTXHSDUDWRFDU\DFDULFLDUGHSHQGHQGHODH[LVWHQFLDGHODSLHOXREMHWRVsinoque ellas mismas tienen la capacidad de quedar embarazadas y dar aluz mundos de la nada (1981: 138).Frente a la obsesin funcional de la sociedad capitalista,industria-OL]DGD\XUEDQDODH[SHULHQFLDHVWpWLFDDSDUHFHFRPRORH[yWLFRTXHVHRSRQHDOIRUPDOLVPRGHOSHQVDPLHQWRFLHQWtFR3HUR ORH[yWLFRGHODH[SHULHQFLDHVWpWLFDWLHQHQFRQQRWDFLRQHVSROtWLFDVSXHVWRTXHQRVLJXHlacorriente del orden social instaurado (1984: 118, 119).Segn Alves, en el mundo del negocio no hay lugar para la bellezaintil ni para el tiempo lento de la vida (la vida es lenta y lamuerte rpi-da) (2005a: 88, 89). La esttica en la sociedadcapitalista es usada para el utilitarismo, como medio para vender yel consumismo (2005a:108-3HURSDUD$OYHVWRGRWUDEDMRTXHHVbrincadeiraWLHQHHOQRPEUHde arte,el artista lo hace por amor a pesar de no ganar monetariamentehablando nada (2005a: 43)26. En este sentido la utilidad esfealdad, la inutilidad belleza27. Recurdese en tema de los valoresen relacin a la DUPDFLyQGHODvida.+D\VDEHUHVHQODFDEH]DTXHLPSLGHQTXHDRUHODYLGD1XHVWUDVRFLHGDGGHQHQXHVWUDLGHQWLGDGSRUDTXHOORTXHKDFHPRVDVtFRPRORVREMHWRVVRQGHQLGRVSRUORTXHSXHGHQKDFHU$OGHMDUGHWHQHUIXQFLyQHFRQyPLFDGHMDPRVGHWHQHULGHQWLGDGHVWDPRVH[FOXLGRVDV(VWRSDVD26/DH[SHULHQFLDHVWpWLFDHVWiUHODFLRQDGDDQXHVWURHQWHQGHUDOSODFHUPLVPRHOSOD-cerpor el placer. Alves parece sugerirlo cuando dice que l camina nopara mejorar el fsico, sino por el placer de caminar (2005a:92).27 9HUODFUyQLFD(VWyULDVGHSULQFHVLQKDVD
  • REFLEXUS – Revista de Teologia e Cincias das Religies 99cuando salimos del campo laboral por la edad. La vejez es quedarlibres para la inutilidad. Escribir, contemplar, tomar un bao demar; interpre-tamos aqu una esttica de la vejez (2005a: 115, 116).Es un ejemplo queGD$OYHVGHDFXHUGRDVXSURSLDH[SHULHQFLD+D\RWUDVH[SHULHQFLDVGHvejez queson muy rudas y crudas, muy poco estticos. A pesar de ello, quizsla belleza pueda surgir del sufrimiento, como una resistencia a lamuerte y al dolor, como dijimos./D H[SHULHQFLD HVWpWLFD HV H[SHULHQFLD GHO FXHUSR (V HOFXHUSRquien degusta y avala, por ejemplo, con amor y placer laspalabras de un poema. La esttica no tiene que ver con unainteligencia descarnada/DH[SHULHQFLDHVWpWLFDHVODH[SHULHQFLDGHODLQHIDELOLGDG6HQWLPRVODEHOOH]DHQHOFXHUSRVHQWLPLHQWRGLItFLOGHH[SOLFDURSRQHUenla lgica de las palabras (1975b: 56,57)28+DFHUGHHOODXQDGHWHUPL-nada gramtica.$OUHIHULUVHDODH[SHULHQFLDHVWpWLFDSRpWLFD$OYHVHVFULEH$SRH-sia seconhece pelo poder que ela tem de fazer amor com o corpo. Ela apalavra que se faz carne. Mas isso, produzir alteraes pelo poderVLPSOHVGDSDOYUDVQmRpIHLWLoDULD»&RQWDUHVWyULDVUHFLWDUSRHPDVQmRVHUiIHLWLoDULD»D/DH[SHULHQFLDHVWpWLFDHVODPLVPDquesienten magos y hechiceros. Por eso se puede decir que obrarbelleza es obrar arte de magia29. Como vimos en otros apartados,hechicera, poesa, obra de arte, teologa es, en la comprensin deAlves, una misma SUiFWLFDFRQHOQGHREUDUEHOOH]DEl desinters en el arte, implica un determinado inters, diraPierre Bourdieu. En efecto, hay inters por la vida, por lucharcontra quines MXVWLFDQODRSUHVLyQ\ODPXHUWH
  • 100 REFLEXUS – Ano VIII, n. 12, 2014/2obligacin moral: como cristianos/as, se debe apostar por unmundo me-jor; como humanos. Se apela a un lenguaje universal, parahablar de es-tas batallas diarias por la no discriminacin, elabandono o el desprecio. Algo hay que hacer, aunque consciente delas limitaciones y las tentacio-nes de conformarse con la propiaposicin social.BellezaPor ltimo, hacemos un listado de ideas de lo que Alves entiendeSRUEHOOH]D1RDJRWDPRVHVWHFRQFHSWRGHQXHVWURDXWRUQLpODJRWDningnconcepto de belleza. Belleza no es un concepto es un sentimiento,HVXQDUHODFLyQXQDH[SHULHQFLDGHORVVHQWLGRV6HUHSLWHQDOJXQDVLGHDVyadichas, lo creemos necesario.Belleza, ddiva graciosa de algo que para dar tiene que tornarseinvisible. Jams puede ser poseda ni dominada. Lo bello es salvaje eindmito30 un caballo que corre libre por los campos un pjaro quesurca el cielo, las olas del mar estremecidas por el viento, elviento mis-mo su silbo (cf. 1983: 32; 1990: 7)%HOOH]DFDyWLFDH[XEHUDQFLDP~OWLSOHVHLQpGLWDVUHODFLRQHVGLYHU-VLGDGFRQXHQFLDV(VFUHDFLyQHQ VXFDyWLFRFRQMXQWR31+D\EHOOH]Den la tupida yubrrima vegetacin, donde la diversidad no tiene lmites. Un jardn esbello por sus innumerables variaciones (1992: 67). Lasper-VRQDVERQLWDVQRORVRQSRUVXFDUDVLQRSRUHOH[XEHUDQWHPXQGRTXHpalpitaen su interior (1997: 36).Belleza, no tiene un por qu, sin motivo, no reacciona a nada,est DKtSRUTXHVt&RPRODVRUHVTXHRUHFHQHOUtRTXHFRUUHSRUODPRQ-taarumbo al mar. La belleza se nos revela en el asombro por las cosas,seres, frutas, plantas que reverberan por doquier; sus presencias,formas,30 La educacin transforma nuestra belleza salvaje que est ennosotros en montona utilidad monocultural. Esta es una especie derepresin, puede que una educacin as produzca riqueza en variasformas, pero de la mano de esta va caminando una incurable tristeza(1992: 60).31&RPRHQODREUDGHDUWHODEHOOH]DDSDUHFHVRORDOQDOGHODREUD1RDSDUHFHHQORVmaterialesmismos con los que se hace la obra, sino cuando esta est terminaday sus distintos elementos se relacionan y mezclan (1994b: 14).
  • REFLEXUS – Revista de Teologia e Cincias das Religies 101FRORUHVRORUHVSLHOHVHVWiQDKtVLQQLQJ~QQ\ODVGLVIUXWDPRVSRUcompleto(cf. 1992: 74; 2005a: 150-155).Belleza ligereza irresponsabilidad deliciosa, vuelo… El cuerpose dedica al descanso, halla sosiego; la mente devanea, los piesandan por ah, sin destino; el ojo mira sin compromiso, no haydeberes ni obligaciones dictadas autoritariamente, las pesadascargas se han vueltos plumas (cf. 2005b: 28)32.BrincarHQXQMDUGtQGHVFDQVDUHFKDGRHQODKLHUED33.Belleza, sentimiento relativo. Lo bello aparecen de una maneraen la que creamos que all no estaba lo hermoso (1990: 64). Lo belloy lo que, segn los patrones dominantes, no lo es, no son absolutosy varan en relacin a la especie, tal y como el dolor y el placervaran en funcin del cuerpo, dice Alves (1981: 41).Belleza surge en medio del dolor, lo trasciende (1992: 89). Comopasa con los poemas o los cuentos que se dicen para aliviar eldolor. Se canta y el dolor es transformado en hermosura34. Laspalabra poticas hacen un jardn (cf. 1992: 66).%HOOH]D XQD RU FUHFH HQ PHGLR GH ORV H[FUHPHQWRV VDOLGRV GHlosintestinos de los poderosos. Estos sirven como abono para el jardn(1992: 89, 169).Lugares donde hay niebla, claroscuros, en la ambigedad, en lasombra de los bosques, donde habita el misterio35. Aguas profundas,abismo, silencio, nuestro corazn, donde hay criaturas que hemosolvi-GDGRSRUTXHODVKHPRVFRQVLGHUDGRIHDVRSRUVHUGHPDVLDGRKHUPR-sas.Lugares que asustan, seducen escalofriante placer (cf. 1992:92).32 9HUFXHQWR/DOLEpOXOD\ODWRUWXJD33’LRVQRVFUHySDUDODULVD\FUHyHOSDUDtVRSDUDbrincar1RVFUHySDUDTXHVHDPRVFRPSDxHURVGHVXbrincadeiraD’LRVKL]RHOMDUGtQSDUDGHVFDQVDUHVdecir,solo para el placer (1992: 66).34 0LQKDOKDQDVFHX FRPXPGHIHLWR IDFLDO(X FRQWDYD HVWyULDV SDUDWUDQVIRUPDUHVVDGRUHPEHOH]DD7ULVWHDFDXVDGHQXHVWUDFRQGLFLyQ’LRVHQYLyDUWLVWDVSDUDTXHH[SHULPHQWHPRVODDOHJUtDGHOPXQGRSHUIHFWRGHODEHOOH]DD51).Pero no por eso deja de ser real; no por eso, no se siente laalegra ni se tiene esperanzas. Es el cuerpo -como dijimos- quien losiente.35$EHOH]DKDELWDRPLVWHULRHSRULVWRPHVPRDOXPLQRVLGDGHGDVLGHiLVFODUDVHVGLV-WLQWDVpFRPRH[FHVVRGHFODULGDGHQDIRWRJUDDHTXHDSDJDRVFRQWRUQRVE/DVLGHDVFODUDVVRQODVGHODFLHQFLD/DFLHQFLDTXLHUHH[SOLFDUDSODQDUDSODVWDUparaque todo quede bajo la luz. Eliminar todo los lugares donde mora laoscuridad, pero la mucha luz lastima los ojos (cf. 1990: 7).
  • 102 REFLEXUS – Ano VIII, n. 12, 2014/2La belleza es presencia de una ausencia. Est relacionada connues-tros deseos, es un nombre que hemos olvidado y deseamos sehaga pre-sente. El Vaco gesta el universo, el universo se hace a smismo visible: lo que no es viene a ser, el viento sopla y da vida(1990: 141).%HOOH]DPH]FODGHWULVWH]D\DOHJUtDsaudade+D\WULVWH]DSRU-que no sepuede tener la suprema felicidad. Lloramos porque hay cosas quequisiramos que estn pero no estn, lloramos, incluso, por lo queQRH[LVWH36$YHFHVUHVSLUDUEHOOH]DHVUHVSLUDUWULVWH]D%HDXW\LVVDGbecausebeauty is longing. The soul returns to ones lost home. And theUHWXUQWRWKHQRORQJHULVDOZD\VSDLQIXO7KHVXQVHWWKHEOXHVNLHVthe sonata:they are there, but they are not our possession. Elusive like thesunset, the blue skies, the sonata, beauty touches us and quicklygoes OHDYLQJRQO\QRVWDOJLD>[email protected]/LNH*RGBelleza pjaro en pleno vuelo, conciencia de plenitud, a pesar deVHUQLWRV1RVSRVHHSRUPRPHQWRV\VHYDFRQYLUWLpQGRVHHQQRVWDOJLDyanhelo37. Deseamos que siempre se repita ese momento38, no serepite queda un Vaco, Dios una nostalgia… queremos retornar parala belleza, al cuento de amor, a nuestra verdad, a nuestro hogar(1990: 114). Pero no somos de aqu, pertenecemos a otro mundo, querememorizamos siempre,TXHUHPRVLUKDFLDpO%HDXW\PDNHVXVUHPHPEHU:HUHPHPEHUWKDWZHDUHH[LOHV:HUHPHPEHUWKDWWKHREMHFWRIRXUORQJLQJKDVHLWKHUQRW\HWDUULYHGRUKDVJRQHDZD\:HUHPHPEHUWKDWZHDUH8WRSLDQEHLQJVZLWKnosolid ground under our feet. Beauty uproots us from the solidrealitiesRIRXUGDLO\OLYHVWKHUHDOLW\SULQFLSOHWKHKRPHRIQRUPDOSROLWLFVDQGZHQGRXUVHOYHVORRVHLQWKHDLUDORQHORVW(VWDPRVH[LOLDGRVVHSDUDGRVGHQXHVWURREMHWRDPDGRWHQHPRVPH-morias yutopas. No parece haber belleza en nuestra realidad cotidiana,estamos desarraigados, nos sentimos impotentes. Parece imponerseel36%HDXW\DSSHDUVLQDQRWKHUPLUURUZKLFKOLYHVLQVLGHRXUERGLHV,WVQDPHLVLPDJLQD-WLRQ,QLPDJLQDWLRQWKLQJVZKLFKGRQRWH[LVWDOORZWKHPVHOYHVWREHVHHQ37 9pDVHHOFXHQWRGH$OYHV/DQLxD\HOSiMDURHQFDQWDGR38/DEHOOH]DVLHPSUHGHPDQGDUHSHWLFLyQHVLQQLWDQXQFDHVVDWLVIHFKDFRQXQDIRU-PDQDO7RGDH[SHULHQFLDGHEHOOH]DHVXQQXHYRFRPLHQ]RXQXQLYHUVRQDFHRWUDvez.Por eso el mismo tema debe ser repetido, todo el tiempo en formasdiferentesYDULDFLRQHVGHXQWHPDGDGR7RGDUHSHWLFLyQHVUHVXUUHFFLyQGHODSDVDGDH[SH-ULHQFLDODFXDOGHEHmustSHUPDQHFHUYLYR
  • REFLEXUS – Revista de Teologia e Cincias das Religies 103principio de realidad y nos sentimos fatigados39. Pero labelleza penetra el Vaco y el alma cuando est vaca de pensamientos,entonces produce alegra (1992: 59). Los ojos son la puerta por lacual la belleza entra al alma (2005a: 75).Del vaco brota una meloda nica que nunca se escuch (2005a: 142).La belleza se convierte en fuerza que mueve el alma, se sobreponeal principio de la realidad y acta antes que el principio delplacer40. Ella contiene magia, deshace la realidad y vuelve a laspersonas felices, las narcotiza para lo real41.La belleza est en nosotros… el otro es bello porque nosotrosvemos nuestra propia belleza en l. El desierto es bello porque estoculto un jardn, nosotros somos bellos porque dentro de nosotroshay un jardn (1990: 130).Belleza vida dbil, dcil, apacible nace de la sepultura. La carade la muerte es iluminada por la memoria del paraso y lasesperanzas de la transformacin del mundo. Dentro de la sepulturaaparece la vida (1990: 141).Belleza, sentimiento de la alegra del riesgo, la misma que sesiente al partir rumbo a tierras ausentes o a mares desconocidos,la alegra de navegar siempre sin retorno, sin encallar en ningnpuerto (1990: 9)42.Belleza, perpetua fuga musical, que retorna cuando la fuga otravez es tocada. Asociacin libre de palabras. Tarde o tempranooiremos la cancin de la belleza dormida (1990: 125).Como sealamos, parte de un momento personal de gracia, decon-vite de las esperanzas, de los deseos, de mirar el mundo con elcorazn.39 La belleza es lo que amamos en ausencia. Ella est llena deamor pero vaca de poder./DVPDQRVGHODUWLVWDHVWiQYDFtDVWLHQHORVVtPERORVHQVXERFDSHURQRHVVXFLHQ-te(1990: 115).40 Lo que mueve al ser humano no es el principio de placer (comoquera Freud), sino el principio de belleza (1990: 114)416HJ~Q$OYHVHQHODUWHHQFRQWUDPRVDOPXQGRGHODFFLyQORO~GLFRODRPQLSRWHQ-ciadel deseo, estados de conciencia divorciados del control delprincipio de reali-dad, embriaguez; la ilusin de la magia, neurosisms all de lo dado (1984: 82)./DPDJLDH[SOLFD$OYHVHQRWUROXJDUQRHVWiHQODVSDODEUDVGHTXLHQKDEODVLQRenel vaco; en los intersticios. Entre las palabras y el silencio seoyen dos voces, la del poeta y la del vaco (2005a: 142).42 (VWDVPLVPDVLGHDVHVWiHQHOFXHQWR(OPLHGRGHODVHPLOOLWD
  • 104 REFLEXUS – Ano VIII, n. 12, 2014/2(VXQDH[SHULHQFLDSHUVRQDO1RKD\SUREOHPDHQUHFRQRFHUORPLHQWUDVsepueda compartir la inspiracin y que hay alternativas.Unidad/diversidad… deseo del abrazo universalLa belleza habla desde nuestros ms hondos deseos… el retorno aalgn origen. Antes ramos Uno/diverso con la naturaleza. Cuando pordecirlo as estbamos en un tero materno. La Unidad fundamental…SOHQLWXG HVWRHV OREHOOR7LHQGH ODEHOOH]DD ODHVIHULFLGDG/DPL-rada quela recoge quiere abarcarla toda al mismo tiempo, porque esXQDPDQLIHVWDFLyQVHQVLEOHGHODXQLGDG=DPEUDQR>@4XHUHPRVHVWDUHQFDVD’yQGH»(OFDPLQRGHUHWRUQRSDUHFHKDEHUVHborrado.No queda sino una utopa, a veces un deseo solamente.Unidad, aqu no es homogeneidad, monoculturalismo, imposicin deun solo dios, una iglesia, un Estado, un solo pueblo, una razasuperior o la religin verdadera. Nada de eso. Ms bien lamanifestacin del deseo GHIUDWHUQLGDGVRURULGDGGHFRPXQLyQSHURHQODH[XEHUDQWHGLYHUVL-GDG7DPELpQVLJQLFDLQWHUGHSHQGHQFLDFRPRODUHODFLyQTXHWHQHPRVconla Madre Tierra (Pachamama). Simplemente, sin ella no es posibleODYLGD
  • REFLEXUS – Revista de Teologia e Cincias das Religies 105(OKRPEUH HQWRQFHV HQFHUUDGRSRU WRGRV ODGRV HQ ORQLWR\aspirando asalir de ello, vuelve los ojos a una esfera superior ms pura yverdadera, en que todas las oposiciones y contradicciones deODQLWXGGHVDSDUHFHQHQTXHODOLEHUWDGGHVSOHJiQGRVHVLQREVWiFX-ORV\VLQOLQGHVDOFDQ]DVXVXSUHPRQ7DOHVODHVIHUDGHODverdadabsoluta, en cuyo seno la libertad y la necesidad, el espritu y lana-turaleza, la ciencia y su objeto, la ley y la inclinacin, en unapalabra todos los contrarios se funden y concilian. Elevarsemediante el pensamiento puro a la inteligencia de esta unidad, quees la verdad PLVPDWDOHVHOREMHWRGHODORVRItD+HJHO>@/DVnegrillasson nuestras)/DORVRItDFLHUWDORVRItDQRKDVXSHUDGRHVWHGHVHRGH8QLGDGGLYHUVLGDG/DORVRItDHQHVWHVHQWLGRKDGHYHODGRVHUXQSRHPDHQJHQ-dradopor el deseo de conciliacin y reconcialiacin. La miradapoti-FDGH2FWDYLR3D]LQWHQWDH[SOLFDUODDQWHVTXHFRPRYROXQWDGORVyFDFRPRH[SHULHQFLDUHOLJLRVDApenas nacemos sentimos que somos un fragmento desprendido dealgo ms vasto y entraable. Esta sensacin se mezcla inmedia-tamentecon otra: la del deseo de regresar a esa totalidad de la queIXLPRVDUUDQFDGRV/RVOyVRIRVORVSRHWDVORVWHyORJRV\ORVSVLFy-ORJRVKDQHVWXGLDGRPXFKDVYHFHVHVWDH[SHULHQFLD/DVUHOLJLRQHVKDQsido,desde el principio, la respuesta a esta necesidad de participacinen el todo. Todas las religiones nos prometen volver a nuestrapatria original, a ese lugar donde pactan los opuestos, el yo es ty el tiempo un eterno presente. Reducida a sus elementos ms simplespidoper-GyQSRUHVWDJURVHUDVLPSOLFDFLyQODH[SHULHQFLDUHOLJLRVDRULJLQDOcontienetres notas esenciales: el sentimiento de una totalidad de la quefuimos cercenados; en el centro de ese todo viviente, una presencia(una radiante vacuidad para los budistas) que es el corazn deluniver-so, el espritu que lo gua y le da forma, su sentido ltimo yabsoluto; QDOPHQWHHOGHVHRGHSDUWLFLSDFLyQHQHOWRGR\VLPXOWiQHDPHQWHcon el espritu creador que lo anima. Laparticipacin se logra a travs de los sacramentos y de las buenasobras. La puerta de entrada para los cristianos es la de la muerte:nuestro segundo nacimiento.El pecado de las religiones polticas fue haber intentadorepro-ducir en trminos seculares, a travs de los simulacros de losritos y misterios religiosos, esa ansia de participacin con el todocuya forma
  • 106 REFLEXUS – Ano VIII, n. 12, 2014/2suprema es la comunin. La transformacin del sentimientoreligioso en idolatra poltica termina siempre, ahora lo sabemos, eninmensos lagos de sangre. (Paz 1994: 136-137)/DVSHUVRQDVVRQRVDGDVDOSUHWHQGHUSRQHUQDHVWDDQVLDGHFRPX-nin conproyectos y esfuerzos seculares de todo tipo. Pero no se alcanzaODPHWD$QWHVTXHSDUDtVRVVHKDKHFKRLQHUQRVHQXQRGHHOORVSDUH-ciera queahora nos estamos quemando. Por otra parte, aqu hablamos deXQLGDGUHSHWLPRVQRHQHOVHQWLGRGHERUUDUODVGLIHUHQFLDVRQHJDUHOFRQLFWRVLQRHQHOVHQWLGRGHKDOODUXQequilibrio:mesura. En el sentido de convivir y evitar el dolor. Desearamos notener que presenciar tanta muerte a nombre deunSUR\HFWRVRFLDO\FXOWXUDO2FFLGHQWH3UR\HF-WRVDVtWDPELpQVHSUHVHQWDQFRPRXQLGDGHQ ODGLYHUVLGDG LQFOXVRcomoconciliacin: democracia, libertad, derechos humanos, igualdad,prosperidad, propiedad, fraternidad, etctera. Adems, sentimosreparo aDFHSWDUTXHSRUQDWXUDOH]DHOVHUKXPDQRHVYLROHQWRTXHODVJXHUUDVVRQLQHYLWDEOHVRTXHODSD]HVJXHUUD4XHYLHQHHOQGHOPXQGRFRQGHVWUXFFLyQ\PXHUWHFRPRGLFHQDOJXQRVDSRFDOtSWLFRVPRGHUQRVymiembros de iglesias fundamentalistas. Incluso estamos endesacuerdoFRQHOQGHODKLVWRULDFXiOKLVWRULDODKLVWRULDRFLDOGHODQHRFR-ORQL]DFLyQRODKLVWRULDGHORVSXHEORV»$SURSyVLWRQRTXHUHPRVFXOSDUDQDGLHGHQXHVWURVSURSLRVHUURUHVSHURWDPSRFRQHJDUTXHKDH[LVWLGR\TXH H[LVWH TXH HVWi YLJHQWH XQD UHODFLyQ FRORQLDO GHGHSHQGHQFLDAunque a veces nos falten argumentos, no obstante nossobra el deseo y las esperanzas. Por ms que de esperanzas comodicen algunos no se pueda vivir. Pero es verdad tambin que ellasproducen muchos ar-gumentos. Los cuales son muy racionales. Comodel que todos y todas puedan vivir, vivir bien, incluida la MadreTierra. Como que el ser hu-mano fue creado para el placer y no parasufrir siempre, pues no pocas personas aceptan sus padecimientoscomo designio divino o de alguna fuerza oscura que no puedencomprender.A despecho de toda frustracin y perdida de un futuro de(re)con-FLOLDFLyQ2FWDYLR3D]FRPRSRHWDFUHHTXHH[LVWHXQSXQWRGRQGHODVSHUVRQDVODVFRVDV\ WRGRFXDQWRH[LVWH ORJUDQSRUQFRUUHVSRQGHUVH\ WHQHU FRPXQLyQFRPR OR SODQWHy OR YLPRV+HJHO D SURSyVLWR GH ODORVRItD
  • REFLEXUS – Revista de Teologia e Cincias das Religies 107+D\XQSXQWRHQTXHHVWR\DTXHOORSLHGUDV\[email protected]
  • 108 REFLEXUS – Ano VIII, n. 12, 2014/2escisin aparece bello frente a esa unidad homogeneidad,monocultu-ralismo, nacionalismo, monolingsmo y otros que destruyela diversi-dad. En ese caso es mejor la confusin de las lenguas(Gnesis 11,1-9).Estamos conscientes que aqu todo lo que digamos en torno a quepodra ser belleza (o su relativizacin) es siempre un salto al vaco,pues QRVHSXHGHGDUXQDGHQLFLyQFRQFOX\HQWHGHHVWDVH[SHULHQFLDV(OYD-co,el abismo, es bello, en cuanto misterio, en cuanto se los percibecomo un momento, lugar, no capturado por nuestro saber colonizador.Saber limitado pero mgico.Siguiendo en parte a Theodor Adorno (1980 [1970]), se podradecir TXHODVREUDVGHDUWHVRQXQPXQGRFRPSOHWRHQVtPLVPDV6XFRQJX-racinpresenta ya un mundo acabado, articulado. Por supuesto, no hay queolvidar de que las obras muestra eso en apariencia, porque locierto HVTXHQLVXVPDWHULDOHVQLODPLVPDPDQHUDFRPRHVWiQFRQJXUDGDVconstruidas ni lo que presentan como contenido es cerrado,perfec-tamente acabado, ms, por varios intersticios de su aparentemundo, seYLVXDOL]DQJXUDVTXHURPSHQFRQODXQLGDG(QHVWHVHQWLGRORPHQRVquepretenden es dirigirnos a cierta cerrazn, o a un mundo sinventa-QDV+DEUtD TXH FRQVWDWDU HVWR HQ REUDV GH DUWH SDUWLFXODUHV0DVKD\en muchas de ellas, cierta pretensin de construir algo quepresente un mundo ms acabado. Es decir, no desagarrado. No presodel abandono, la muerte, la destruccin, la rutina parecida a lamuerte. La obra de arte nos muestra lo que nuestro mundo parecierano tener: plenitud. Nuestro mundo est fragmentado, es decir, por eldolor acumulado de la huma-nidad. Y ah vemos, aunque no como nicoelemento, una tendencia a alcanzar consuelo en la plenitud. Todavapareciera transmitir una cierta nostalgia o un aura, como diraWalter Bejamin.Belleza… nuestra mirada que contiene el universo entero…comu-nin universal. No somos seres fragmentados, sino integrales,eso es lo que queremos decir: no est nuestro cuerpo separado denuestra alma sino todo es Uno/diverso. Tal vez esta sociedadcristiana dualista alie-nante nos refuerza pese a que predica locontrario ese deseo de volver al origen. Y nuestro cuerpo quesiente y percibe todo, es quien mejor nos informa de que somossujetos necesitados de integridad, integracin yFRPXQLyQSHURHQXQDXEpUULPDGLYHUVLGDG(VTXHODGLYHUVLGDGH[LVWLUiVLHPSUH4XHUHPRVHYLWDUHOGRORU\PiVDEUD]DUHVDGLYHUVLGDG3DVLyQ
  • REFLEXUS – Revista de Teologia e Cincias das Religies 109Las obras de arte refractan nuestros deseos y sueos. A veces noUHHMDQDGDPXHVWUDQHODELVPRHOVLOHQFLR3HURQRHVHODELVPRFRPRtal. Si asfuera no habra obra de arte, sino la obra cubre el abismo, susinsentido, con sentido, con esperanza, con fe con belleza. Y lohace aSHVDUGHPRVWUDUVHFRPRXQVLQVHQWLGR’HHVWDIRUPDQRVSUHVHUYDGHOsilencioabsoluto, del vaco o del abismo total. Y nos abre posibilidadespara la vida y la resistencia a la muerte. Vida con sentido ypromesa. O simplemente vida.Adorno dice que las obras de arte prometen algo, aunque resulteserXQDSURPHVDTXHEUDGD+D\XWRStDHQODREUDGHDUWHHVWHPXQGRQRHVGHQLWLYR0XFKDVREUDV QLHJDQ HVWHPXQGR$O YHUODV UHH[LRQDPRVde que hay algo que aeste mundo le hace falta para ser ms humano y hermano. Las obras lomuestran, pero se rompen. Ellas solo lo pueden sugerir, las luchascorresponden a los seres humanos. Las obras refractan esasluchas./DH[SHULHQFLDHVWpWLFDHVVDELGXUtDTXHLQWHQWDGHFLUDOJRVREUHHOmisterio,es el ojo que intenta mirar los elementos que juegan en la vidacotidiana. Es sensualidad, es la inteligencia del cuerpo, es eldeseo queDQKHODODSOHQLWXG(VSHURDODYH]QRHV6RPRVORTXHVRPRVHVWDPRVGRQGHQRHVWDPRV9DOHODSHQDOOHYDUDSODQRGHUHH[LyQODH[SHULHQ-FLDHVWpWLFDHVSHFLDOPHQWHODUHODFLyQFRQODVREUDVGHDUWH+HJHO/XNi-cs,Adorno, Benjamin). Por otro lado, no se trata de proponer unsistema sino de una forma de vida autntica, a pesar de cualquiersistema (Mara Zambrano), con la que se quiere dar cuenta de latremenda posibilidad que tiene nuestros cuerpos (Tono Negri), entanto piel que siente dolor y gracia, en tanto sueos y proyeccionespara hacer del mundo un lugar ms bonito.Ideas de libertadJrgen Moltmann va abordar el tema de la libertad en dilogo conla concepcin de los tres reinos planteado por Joaqun de Fiori. Laliber-tad es vista como crecimiento: en el reino del Padre somossiervos, enHOUHLQRGHO+LMRVRPRVIDPLOLDHQHOUHLQRHO(VStULWXVRPRVDPLJRVde Dios.Por ltimo, en el reino de la gloria, al que nos lleva elEspritu
  • 110 REFLEXUS – Ano VIII, n. 12, 2014/2alcanzamos la plenitud. Siervos, Familia, Amigo y Plenitud, esleproce-VRGHODOLEHUWDG/DSOHQLWXGHVXQGHVHRSRUDOFDQ]DUODJORULDGHQLWLYDSegn Moltmann la libertad tiene dos aspectos la liberacin de lane-cesidad y la tendencia a la realizacin del bien. La libertad,as, consiste en el disfrute del bien y en la prctica de lo recto.El reino de la libertad debe entenderse como historia, lucha yproceso hacia la libertad. Los seres huma-nos se encuentran entrnsito de la necesidad a la libertad y desde la libertad deeleccin a la prctica libre del bien (Moltmann 1983 [1980]:231)./XHJRGHQHGLPHQVLRQHVGHOD OLEHUWDG/LEHUWDGFRPRGRPLQLRla historiapuede concebirse como lucha perpetua por el poder y solo esFRQVLGHUDGRFRPROLEUHDTXHOTXHYHQFH\GRPLQD(QHVWD OLEHUWDGla personase reconoce a s misma y sus posesiones. La libertad como dominiotambin est presente cuando decimos que es libre una persona quehace y puede hacer lo que quiere: es dominio del hombre sobre sPLVPR7DPELpQFXDQGRDUPDPRVTXHHVOLEUHTXLHQQRHVWiGHWHUPL-QDGRSRUSUHVLRQHVLQWHUQDVQLH[WHUQDVSXHVWRTXHHVWRGDDHQWHQGHUquecada quien puede ser su propio seor, rey, dueo y se internaliza laSUHVLyQH[WHUQDHQSXOVLyQLQWHUQD7DPELpQODOLEHUWDGTXHSURPXHYHQelliberalismo burgus, por ejemplo, es libertad como dominio. Nuestralibertad tiene lmites cuando comienza la libertad del otro, como sedice. El que asume su propia libertad debe respetar la libertad delos dems. (VRVLJQLFDTXHWRGRKRPEUHYHHQHORWURDXQULYDOHQODOXFKDSRUelpoder y por la posesin, representa por ello la barrera de sulibertad, cada quien es libre para s mismo, pero nadie participa enel otro, repre-senta una sociedad de individuos que no se estorban,a personas aisladas (Moltmann 1983 [1980]: 231, 232).La otra dimensin es la libertad como comunin. Me siento librecuando abro y comparto mi vida a otros y cuando otros hacen lomismo conmigo. Nadie es barrera de mi libertad, sino complemento dela mis-ma. Franquea los lmites individuales mediante laparticipacin recpro-ca en la vida y descubren en ella el espaciocomn de su libertad. Amor yVROLGDULGDG&RPXQLyQGHORVLQGLYLGXRVTXHH[SHULPHQWDQODXQLyQGHlascosa separadas a la fuerza./D OLEHUWDGFyPRGRPLQLR VLJQLFD VHSDUDU DLVODULQGLYLGXDOL]DU\distinguir para poder dominar (divide et impera),pero en la libertad comoFRPXQLyQVHYLYHODXQLFDFLyQGHODVFRVDVVHSDUDGDV(OH[WUDxDPLHQWR
  • REFLEXUS – Revista de Teologia e Cincias das Religies 111de los hombres entre s, la separacin de la sociedad frente a lanaturale-za, la escisin alma y cuerpo, la angustia religiosadesaparecen y se abre un sentimiento de liberacin cuando loshombres se unen de nuevo, entreVtFRQODQDWXUDOH]DFRQ’LRV/DOLEHUWDGFRPRFRPXQLyQHVSXHVHOmovimientocontrario a la historia de las luchas por el poder y decla-VHVGRQGHODOLEHUWDGVRORSXHGHFRQFHELUVHFRPRGRPLQLR0ROWPDQQ1983[1980]: 233).(VWDUHH[LyQGH-UJHQ0ROWPDQQHVXQHMHPSORGHODFRQWULEXFLyQGHOlenguajeteolgico a la poltica y las sociedades: el conservar la utopa de laco-munin universal. En el lenguaje de la poesa, primero, y en el dela teologa,HQDOJXQRVFDVRVFXDQGRHOODQRHVXQOHQJXDMHTXHMXVWLFDODGRPLQDFLyQy laclausura que se hace apelando a los dogmas) se conserva el sueo msantiguo de los seres humanos: el salto metafsico, a-histrico, a lavida eter-na, es decir, a una vida plena. Los telogos de laliberacin hablarn de ellaFRPRGHOUHLQRGH’LRVGRQGHORVSULPHURVHQHQWUDUVRQODV\ORVSREUHVPoesaEsta ansia de Unidad o de comunin, puede quizs ser resuelto,se-J~Q2FWDYLR3D]SRUODSRHVtD(QHIHFWRSDUDHOHVFULWRUPH[LFDQRODpalabrapotica da dos posibilidades para salir de la escisin: por un lado,volver al estado animal y, por otro, la revolucin. La primerasalida es un imposible, mientras que la segunda lleva a larecuperacin de la concien-cia enajenada y, asimismo, a un nuevocomienzo donde la conciencia esGXHxDGHODVOH\HVKLVWyULFDV\VRFLDOHV\GHWHUPLQDODH[LVWHQFLD$VtHOserhumano regresa a la Unidad Originaria, pero sin perder laconciencia:La palabra es un puente mediante el cual el hombre trata desal-YDUODGLVWDQFLDTXHORVHSDUDGHODUHDOLGDGH[WHULRU0DVHVDGLVWDQ-ciaforma parte de la naturaleza humana. Para disolverla, el hombredebe renunciar a su humanidad, ya sea regresando al mundo natu-ral,ya trascendiendo las limitaciones que su condicin le impone. Ambastentaciones, latentes a lo largo de todo la historia, ahora seSUHVHQWDQFRQPD\RUH[FOXVLYLGDGDOKRPEUHPRGHUQR’HDKtTXHla poesacontempornea se mueve entre dos polos: por una parte,HVXQDSURIXQGDDUPDFLyQGHORVYDORUHVPiJLFRVSRU ODRWUDXQD
  • 112 REFLEXUS – Ano VIII, n. 12, 2014/2YRFDFLyQ UHYROXFLRQDULD /DV GRV GLUHFFLRQHV H[SUHVDQ ODUHEHOLyQGHO KRPEUH FRQWUD VX SURSLD FRQGLFLyQ &DPELDU DO KRPEUHDVtquiere decir renunciar a serlo: hundirse para siempre en lainocencia animal o liberarse del peso de la historia. Para lograrlo segundo es necesario trastornar los trminos de la vieja relacin,de modo queQRVHDODH[LVWHQFLDKLVWyULFDODTXHGHWHUPLQHODFRQFLHQFLDVLQRDODinversa.La tentativa revolucionaria se presenta como una recupera-cin de laconciencia enajenada y, asimismo, como la conquista que hace esaconciencia recobrada del mundo histrico y de la naturaleza. Duea delas leyes histricas y sociales, la conciencia determinara laH[LVWHQFLD/DHVSHFLHKDEUtDGDGRHQWRQFHVVXVHJXQGRVDOWRPRUWDOGracias alprimero, abandon el mundo natural, dej de ser animal y se puso enpie: contempl la naturaleza y se contempl. Al dar el se-gundo,regresara a la unidad originaria, pero sin perder la concienciasino haciendo de sta el fundamento real de la naturaleza […] unavezUHFRQTXLVWDGDODXQLGDGSULPRUGLDOHQWUHHOPXQGR\HOKRPEUHQRVDOGUtDQVREUDQGRODVSDODEUDV»(OQGHODHQDMHQDFLyQVHUtDWDPELpQeldel lenguaje. La utopa terminara, como la mstica, en el silencio.(QQFXDOTXLHUDTXHVHDQXHVWURMXLFLRVREUHHVWDLGHDHVHYLGHQWHque la fusino mejor: la reunin de la palabra y la cosa, el nombre \ OR QRPEUDGRH[LJH OD SUHYLD UHFRQFLOLDFLyQ GHO KRPEUH FRQVLJRmismo y con elmundo. Mientras no se opere este cambio, el poema seguir siendo unode los pocos recursos del hombre para ir, ms all de s mismo, alencuentro de lo que es profunda y originalmente. Por tanto, no esposible el chisporroteo de lo potico con las empresas ms temerariasy decisivas de la poesa. (Paz 1999: 65-67)/DSRHVtDHVHOOHQJXDMHOD3DODEUDTXHHVWiUHODFLRQDGRFRQHVDconcienciade que el ser humano es irreducible a las leyes histricas ysociales, al mismo tiempo, irreducible al mundo natural. La poesaest presente en la voluntad, actitud y lenguaje que intentaconstruir puentes sobre el abismo que separa la palabra y la cosa,el ser humano y larea-OLGDGODFiUFHOKLVWyULFD\XQWLHPSRDKLVWyULFR&XiOHVHVWHWLHPSR»1RKD\SRHVtDVLQKLVWRULDSHURODSRHVtDQRWLHQHRWUDPLVLyQTXHWUDV-PXWDUODKLVWRULD3D]La poesa devela la escisin y, a la vez, es la clave para salirde ella.&yPR»3RUVXFDSDFLGDGGHPiJLFDGHWUDQVPXWDUODVFRVDVSDUDWHQGHUunpuente que una los opuestos y los contrarios, como dijimos. Paz estpensando quizs en la funcin analgica del lenguaje potico.
  • REFLEXUS – Revista de Teologia e Cincias das Religies 113Adems, Paz sugiere que habr poesa mientras persistan lassepa-raciones. Ella estar presente debido a que estas separacionesmantienen al ser humano creando y recreando utopas, smbolos, signosy mitos,H[SHFWDQWHDEULHQGRKRUL]RQWHVSHUPDQHQWHPHQWHHQWUHHVWRVGRVSR-los deinocencia y conciencia, de soledad y comunin, se mueve todaSRHVtD3D]La poesa contribuy para fundar el mundo y puede hacerlo otravez. Ella nos hace conscientes de todo esto, y de que el ser humanopa-reciera contradiccin y reconciliacin; soledad y comunin; y quepuede alcanzar otras posibilidades. Es fe. Las sociedades hancambiado y de-cado, no obstante, la poesa permanece con susocupaciones originales. Representa la ms antigua y la ms nueva delas utopas: el encuentro del ser humano consigo mismo, el deseo dehumanizacin, su corazn, su Yo-concntrico. Mantener la vanguardia delos sueos y transformar la sociedad: su temeraria empresa.$WHQGLHQGRODFLWDHQFXHVWLyQVHSRGUtDHQWHQGHUDTXpVHUHHUH3D]FXDQGRGLFHTXHODSRHVtDHVSDODEUDGHOSULQFLSLR3DODEUDTXHnosfund y nos fundar. Esta palabra parece estar presente hoy comodeseo y nostalgia de una antigua y, a la vez, nueva tierra. Estapresente HQODUHEHOLyQGHORVVXMHWRVVXMHWLFLGDGTeologaLa teologa es el intento de conceptualizar el misterio. Unaem-SUHVDDWUHYLGD\GHVWLQDGDGHDQWHPDQRDOIUDFDVR.DUO%DUWK-RQ6R-brino),pues el misterio que nos rodea es inabarcable, todava menosaprehensible con conceptos. Una teopotica apenas podra balbucear elmisterio, al menos un telogo poeta es ms consciente de esebal-EXFHDU7DOYH]SRUHVR.DUO%DUWKGLFHTXH OD WHRORJtDHVXQDWDUHDTXHVLHPSUHVHHVWiFRPHQ]DQGRTXHQDGDHVGHQLWLYRHQHOOD’LRVVHUHYHODGHQXHYDV\P~OWLSOHVPDQHUDV1DGDHVGHQLWLYRHQHOVHUhumano,su creatividad es inagotable. Como lo es el Creador. Lateo-ORJtDUHHMDODLQGHWHUPLQDFLyQGHOVHUKXPDQRVXFRQWLQJHQFLDHVODcienciade los deseos y las bsquedas. El ser humano quiere trascender sucondicin.
  • 114 REFLEXUS – Ano VIII, n. 12, 2014/2(VHOVHUKXPDQRFRPRGLMR+HLGHJJHUXQVHUSDUDODPXHUWHSHURtambin,contra el pesimismo heideggeriano, un ser-para-ms-all-de-la-muerte,como quera Emmanuel Levinas. El ser humano quieretrascen-GHU\GHKHFKRORORJUDHQSDUWH\ODWHRORJtDHVXQDUHH[LyQODUD]yQqueintenta comprender esa trascendencia.+D\WHyORJRVTXHUHQXQFLDQDHVWXGLDUD’LRVSHURVtVHSXHGHHVWX-GLDUUHH[LRQDUORTXHHOVHUKXPDQRKDGLFKRVREUH’LRVORVGLVWLQWRVlenguajesque las personas han elaborado para hablar de la Divinidad.Referirse a lo inefable, en este caso, solo tiene un valor potico,esttico. La misma Biblia es teologa, es decir, una palabra (humana)que hablaVREUHHO+DFHGRUGHPDUDYLOODV1RH[LVWHXQOHQJXDMHFHOHVWLDOH[LVWHHOlenguaje,y es bien humano, un balbucear que incluye lo corporal y losdeseos. El lenguaje celestial es un anhelo profundo detrascendencia. La teologa es el lenguaje que intenta pensar elmisterio, y el misterio es que el ser humano se hace Dios y Dios unser humano.De este misterio emerge tambin la belleza: tal vez Dios es unnom-EUHGHODEHOOH]DGLFH5XEHP$OYHV/DHVWpWLFDHVXQGLVFXUVRVREUHelmisterio. El misterio es bello. La teologa es una obra estticaporque canta lo inenarrable. Porque habla cosas imposibles como sifueran posi-bles. Es una danza y esperanza que conciben con lossmbolos.La teologa es el intento por pronunciar la Palabra Original, taly FyPRKDFHQODSRHVtDRODORVRItD44. La Palabra trasciende losconceptos (aqu el poema es ms efectivo que los conceptos, pero nose logra pro-nunciar completamente dicha Palabra). No se trata demera palabra sino de la Palabra hecha carne.44$QWHVGHTXHDOXVRGHODSDODEUDDSDUHFLHUDGHTXHHOODPLVPDODSDODEUDIXHVHcolonizada,habra slo palabras sin lenguaje propiamente. Al ser humano le hasido permitido, fatalmente, colonizarse a s mismo; su ser y suhaber. Y de haber sido esto el verdadero argumento de su vivirsobre la tierra, la palabra no le habra sido dada,FRQDGD(OOHQJXDMHQRODQHFHVLWDFRPRKR\[email protected]
  • REFLEXUS – Revista de Teologia e Cincias das Religies 115Palabracarne, una comunin divina que complica an ms la tarea dela teologa. No es solo Palabra sino es carne, a la vez, no es solocarne, VLQRFDUQHTXHDVSLUDDVHU3DODEUD(VWRUHHMDORTXHHOVHUKXPDQRHVporun lado carne y por otro Palabra, y de pronto: palabracarne; cuerpoySRHVtDDTXtVRQXQR\ORPLVPRSHURDODYH]XQDWHQVLyQ4XHVLJQLFDVHU3DODEUD3DODEUDVLJQLFDDVSLUDUDOVHU$VtDVSLUDUWLHQHTXHYHUFRQHOGHVHRSURIXQGRGHOOHJDUDVHU$VHUTXpRTXLpQ»5HVSXHVWDDVHUORTXHXQRVHUi
  • 116 REFLEXUS – Ano VIII, n. 12, 2014/2HQYHUGDGHQXQDFLVPXQGDQHLGDG7DOYH]ODWUDVFHQGHQFLDUHOLJLR-sa es unengao o una equivocacin. Una mirada parcial. En la obra de arte elser humano se encuentra a s mismo. La obra le muestra que el serhumano es el creador y que ha conseguido no solo estar, sino queactuar sobre el mundo. Actuar de una forma maravillosa. Enconsecuencia, pue-de transformarlo.La liberacin del arte es la liberacin del ser humano detrascenden-FLDVTXHORH[WUDYtDQ\TXHORGHVYLQFXODQFRQVXSURSLRPXQGRFRQVXverdad,con su carne, con su historia. Es el mundo real que l mismo haproducido y que parece sugerir Lukacs contiene en su mismaevolu-cin la realizacin de las aspiraciones humanas. Es mediante eltrabajo, el desarrollo de las fuerzas productivas, que el serhumano hace el mundo (no haymundoVLQRHOPXQGRKXPDQRQRVUHFXHUGD+HLGHJJHU\VHUHD-liza en l. Lareligin lo aliena de esta su realizacin concreta y material,desvindolo hacia un ms all que cada vez ms se aleja de su propiarealidad, de las condiciones histricas, donde est todo su ser.Las ms diversas tendencias de la descomposicin de laobjeti-vidad real de la vida y de su referencia al destino terrenoycismun-GDQRGHODHVSHFLHKXPDQDUHHMDQHOPXQGRH[WHUQRHLQWHUQRGHORVhombrescomo entidad completamente amundanal. La privaticidad abstracta yla trascendencia vaca se presentan como realidad nica para elhombre de hoy, de tal modo que como base y coronacin de su ser noqueda ya de nuevo ms que la necesidad religiosa (Lukacs 1965d[1963]: 556)./DREMHWLYLGDGGH ODYLGD UHDOHOGHVWLQRWHUUHQR\FLVPXQGDQRWLHQHTXHYHUWDQWRFRQODDUPDFLyQGHODSHUVRQDFRQFUHWDHQWRGDVXintegralidad,como con el proceso social donde ella est inserta y graciasDOFXDOYLYH/RH[WHUQR\ORLQWHUQRODFDUQH\HOHVStULWXDPERVSXHVWRque noestn divididos, son vaciados de mundo, quedando enconsecuen-FLDHVDSULYDWLFLGDGDEVWUDFWD\XQDWUDVFHQGHQFLDYDFtD’HDTXtVXU-JHVHJ~Q/XNDFVODQHFHVLGDGUHOLJLRVDEste vaciamiento tambin lo podemos ver ahora, en nuestrassocie-dades demcratas liberales o capitalistas. Tal vez sea esta larazn delVXUJLPLHQWRGHUHOLJLRQHV\WUDVFHQGHQFLDVDPXQGDQDOHVLQKXPDQDV&RPRFXDQGRVHSRVWXODGHPDQHUDH[SOtFLWDHLPSOtFLWDORVYDORUHVGHO
  • REFLEXUS – Revista de Teologia e Cincias das Religies 117PHUFDGRFDSLWDOLVWDFRPRYDORUHVUHOLJLRVRVRHOQGHOPXQGRFRPRnicameta.La religin apunta a la particularidad del ser humano, aunquetam-bin a la masa cuando quiere conseguir adeptos y cuando proponela salvacin para toda la humanidad. El arte tambin apunta a laparticu-laridad. Ambos levantan esa particularidad. La diferenciaest en que la religin (pienso sobre todo en las sectasfundamentalistas) la levanta hacia a un Dios que humilla laautonoma humana, su ser-para-s,mien-WUDVTXHHODUWHKDFHXQPD\RUGRPLQLRGHODSURSLDFLVPXQGDQHLGDG\DXWRFRQFLHQFLD(VHQHVWHVHQWLGRTXHHODUWHWLHQHXQDPLVLyQVRFLDOqueno quiere decir que se ponga al servicio de un programa poltico quele es ajeno, sino que es parte del desarrollo de las fuerzasproductivas de la sociedad en su conjunto: objetivas y subjetivas.Lukacs seala que elSULQFLSLRHVWpWLFRHVHOUHVXOWDGRGHODHYROXFLyQKLVWyULFDVRFLDOGHODKXPDQLGDGWHQLHQGRHQODYLGDUHDOVXIXQGDPHQWR\VXFRQVXPDFLyQ~OWLPD(VDHYROXFLyQHVWDPELpQXQDHYROXFLyQGHORVVHQWLGRVGHODVSHUFHSFLRQHV
  • 118 REFLEXUS – Ano VIII, n. 12, 2014/2En este sentido, una obra de arte ensea al ser humano que elhumano puede ser tambin un ser para-s. Y claro que puede, pues l esquien ha creado el arte. El concebir una obra de arte, a veces sinsaberlo, el serKXPDQRDUHGHVFXELHUWRTXHHVpOXQ+DFHGRUGHPDUDYLOODVKDKHFKRla sociedad,el mundo en el que vive. l es un creador de posibilidades y suenerga creadora es inagotable, como ya dijimos. El arte le muestraen pequeo lo que l ha hecho en grande y le muestra que lo que haceen pequeo lo puede hacer en grande. Nosotros podemos decir: el serhumano har cosas mayores de lo que ha hecho el artista que haobrado maravillas. Jess fue un obrador de maravillas y el asegurque los hom-bres harn obras mayores que las que l hizo (Jn 14:12).El arte se libera al alcanzar su acabamiento en s mismo. Lograser un mundo perfecto. Esto ensea a las personas ellas tambinpueden auto-crearse a s mismas, darse un acabado esttico, sindepender de los dioses ni de fuerzas suprahistricas que le sonajenas, que podran perderlo, redu-cirlo a objeto. No hay necesidadde recordrselas, ellas lo saben y lo hacen,ORKDFHQDYHFHVVLQVDEHUOR+DFHQIUHQWHDVt\GHRWUDVIRUPDVDDTXHO-losdioses, dolos, que desprecian, humillan, abandonan al serhumano.La lucha liberadora del arte quiere decir que el arte seautonomiza y deja de estar, sin ms, en funcin de la religin. Ya noes material pe-daggico para instruir en los dogmas a los creyentes,ya no alaba la tras-cendencia sin mundo. La actualidad de una obra,su grandeza, tiene queYHUVLKDVLGRFDSD]GHUHWURFDSWDUXQPRPHQWRKLVWyULFRSDUWLFXODUORWtSLFR\VLORJUDKDFHUQRVFRQVFLHQWHVGHGLFKRPRPHQWR6LORJUDquela trascendencia religiosa aterrice y sea lo que es: una necesidaddeDVSLUDFLyQDKXPDQLGDG(OVXVSLURGHODFULDWXUDRSULPLGD$PSOLDQGRHOFRQFHSWRGHRSUHVLyQ\QRVRORUHGXFLGRDOVHQWLGRVRFLRHFRQyPLFRaunquees el ms importante.6LELHQODREUDGHDUWHWHUPLQDUHULpQGRVHDVtPLVPDQRVLJQLFDque acabecomo una simple cosa, trasciende en todas esas batallas que produjoen el proceso de su autonomizacin, cuando era utilizada paraRWURVQHVQRHVWpWLFRV\DVHDSRUODUHOLJLyQ\FRPRSDVDDKRUDSRUHOmercadocapitalista que lo tiene como simple mercanca.Lo que valoramos de la propuesta de Lukacs es ver al arte comouna empresa anti y desfetichizadora. Una obra de arte en particularrecusa todas las trascendencias que se han inventado y aplastan alser humano. Todas
  • REFLEXUS – Revista de Teologia e Cincias das Religies 119esas hermenuticas suprahistricas y aquello usos que la niegan sucapa-cidad interpeladora, que la niegan en tanto obra de arte. Demodo general, los obras de arte en s recusan las teoras sobre elarte y todas las estticas que se quieren concebir a partir deellas. Toda generalizacin y coloniza-cin. Todo los fetiches. Cadaobra es nica, como nico es el instante y como nico cada ser humanoy cada momento de su vida y sentimientos. Como nico es este mundo olos mundos diversos, irreductibles.La obra de arte es como un ser humano que se ve o quiere verseFRPSOHWR&RPSOHWXGTXHHVWiHQORFRQFUHWRHQORFLVPXQGDQRHQHVWDWLHUUDHQORVPDWHULDOHVTXHORFRQJXUDQDSDUWLUGHOFXDOVHHQJHQ-drauna trascendencia. Esta vez, una trascendencia con mundo ehistoria, XQDWUDVFHQGHQFLDFRQWH[WXDOL]DGD45, si vale el trmino.Aspiraciones de liberad, pero aqu y ahora, no en el ms all, no algnda.La tarea de la teologa, en este sentido, es como la obra de arteVHJ~Q/XNiFVGHVWLFKL]DUDTXHOODVWUDVFHQGHQFLDVTXHKXPLOODQDOVHUhumano,su conciencia y autonoma. Destruir, no la vida sensible comoTXHUtD+HJHOVLQRORVHVStULWXVXQLYHUVDOHVTXHRFXOWDQHOGHVDUUROORde lavida real y material, la vida. Pero no se trata de negar latrascen-dencia, hemos dicho que el ser humano es humano porquetrasciende,VLQRDUPDUXQDWUDVFHQGHQFLDUHSLWRFRQFXHUSR\FRQPXQGRFRPX-nidad,sociedad, trabajo, luchas, esperanzas, amigos, amantes, comidas,HVWDV(V HO FXHUSRTXLHQPXFKDVYHFHV UHFODPD ODDXVHQFLDGHXQDtrascendencia as: material, con jardines, sensible,que impulse a la supe-racin de la miseria.6HWUDWDHQGHQLWLYDGHXQDWHRORJtDVHFXODU WHUUHQDOPXQGDQDpor eso,esttica, que parta desde el sujeto corporal y necesitado, dejandoen segundo lugar (o como acto segundo) las formulaciones decontenidos457RGRSDUHFHLQGLFDUTXHVXFHGDDVtSXHVTXHODGHGXFFLyQFRPRHVVDELGRSDUWHdeun juicio universal para llegar a uno singular; de lo abstracto,pues, a lo concreto, de los que se presenta como verdad de razn aalgo vivo envuelto en lo concreto, de lo que se presenta comoverdad de razn a algo vivo envuelto en lo universalsome-WLGRDHOORFRQQDGRKDFLpQGRQRVVHQWLU\VDEHUTXHHVHDOJRFRQFUHWR\YLYLHQWHnopodr nunca trascender esta envoltura abstracta que lo sostieneciertamente y lo envuelve. Tal como si lo concreto y viviente nopudiese mantenerse por s mismo,QRHQFRQWUDUHQVtPLVPRHQORTXHpOHVUHSRVR\UD]yQGHVHU=DPEUDQR[1977]:41-42)
  • 120 REFLEXUS – Ano VIII, n. 12, 2014/2dogmticos y religiosos. Lo universal no son los dogmas ni losprinci-pios sobre los cuales se construye determinada religin, sinoel sujetoFRUSRUDO\GHVHRVRGHDEUD]RV\GHWUDVFHQGHQFLDV(OVHUVXSUHPRSDUDHOVHUKXPDQRHVHOVHUKXPDQR0DU[ConclusinLa pasin por el lo humano. En el caso de la teologa de lalibera-cin, por las vctimas que produce el sistema, paratrascendenderlo con el poder que ellas mismas poseen. Las bsquedasms personales del te-logo Rubem Alves pueden ser compartidas porlos deseos de otros seres humanos que de igual modo anhelan unmundo ms justo e incluyente. Inclusin y justicia son otros nombresde esa Unidad diversa ansiada. No homogeneidad, sino(re)conciliacin, entre los seres humanos; entre el ser humano y laMadre Tierra; entre las cosas y los seres… piedras y plumas…Utopa… seguimos soando… deseamos ver y actuar esperanza yresistencia contra las fuerzas de la muerte y la resignacin.Recogi-miento y refugio de nuestros trabajos y pesares; a la vez,caminata y bsqueda, encuentros. El Dios al cual queremos servir seha vuelto una3UHVHQFLDTXHH[WUDxDPRVKRQGDPHQWH\TXHUHPRVSURFXUDU’HVHDPRVbuscamos,esperamos, luchamos. De modo personal, de manera colecti-va ycomunitaria.Por otro lado, no solo caminata, sino plantar un jardn puede seruna forma de resistencia sin resistir. Pero hay varias maneras. Porltimo, KDEODUGHOFXHUSR\VXVSDVLRQHVHVKDEODUGHXQVXMHWRYLYLHQWHTXLHQnoes primero un sujeto tico, sino condicin para que cualquier ticasea posible. Creemos que hay antes de la tica, y en este sentido,un esttica,DQWHULRUDFXDOTXLHUSULQFLSLRPRUDO&XiQWRSXHGHHOFXHUSRGLFH7RQLNegri.Vivir y vivir plenamente, por gracia… por amor. El Dios en quienhemos credo no ama por gracia y no por entregarnos a una obligacin,es eso lo que hay que recordar. Jesucristo no est en la cruz, lresucit como tambin lo hace el pueblo y las personas da a da.+HDKtXQDUHVSXHVWDVLVHTXLHUHWHROyJLFDDODGHVKXPDQL]DFLRQHVquevivimos, que viven personas perjudicadas por el sistemasocioeco-nmico y otros, o por ese mundo interrelacionado para malde muchas
  • REFLEXUS – Revista de Teologia e Cincias das Religies 121SHUVRQDVGHELGRDODDVtOODPDGDHVWUDWHJLDGHJOREDOL]DFLyQ0XFKDVobrasestticas nos muestras que otro espacio y tiempo son posibles.5HIHUHQFLDV%LEOLRJUiFDVALVES, Rubem.8PFpXQXPDRUVLOYHVWUHDEHOH]DHPWRGDVDVFRL-sas. Campinas: Verus Editora, 2005a.ALVES, Rubem. Tempus fugit.8 ed. So Paulo: Paulus, 2005b.ALVES, Rubem. Se eu pudesse viverminha vida novamente Campi-nas, SP: Verus Editora, 2004.ALVES, Rubem. A alegria de ensinar.4 ed. So Paulo: Ars Poetica,1994a.$/9(65XEHP7HRORJLDFUHSXVFXODUHQWUHYLVWDFRP5XEHP$OYHVEn: Notas, jornal de cincias da religio. Ano 1. No. 2, 1994b,Brasil, p. 10-12.ALVES, Rubem. O retorno e terno Crnicas. So Paulo: Papirus,1992. ALVES, Rubem. The poet, the warrior, the prophet. London,Philadel-phia: SCM Press-Trinity Press International, 1990.ALVES, Rubem.Da esperana. Campinas: Papirus [versin portuguesade su tesis doctoral, traducida del ingls por Joo-FranciscoDuarte Jr.], 1987.ALVES, Rubem. O suspiro dos oprimidos. 3 ed. So Paulo: EdiesPaulinas, 1984
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